Desde hace más de medio siglo, los Rolling Stones despiertan pasión y locura en todo el mundo. La cuarta visita de las Majestades Satánicas a la Argentina estuvo repleta de perlitas y anécdotas de color. Salidas gastronómicas con choripanes con chimichurri incluido, una fiesta exclusiva en la casa de Marcela Tinayre y mucho más. Pero hubo una historia en particular que demostró la grandeza de la mítica banda inglesa.
Desde su llegada el jueves 4, un fervoroso fan de los Stones llamado “El Pollo" (o “el Jagger de Moreno” como gusta en llamarse) se apostó en la puerta del hotel Four Seasons a la espera de sus ídolos. El simpático muchacho apareció en varios noticieros y medios gracias a su carisma y sus bailes “a lo Mick” en plena calle.
La presencia de El Pollo no pasó inadvertida para Keith Richards y su equipo, y el sábado a la tarde un hombre de seguridad se le acercó y le dio dos entradas para el último show, en el Estadio Único de La Plata.
La presencia de El Pollo no pasó inadvertida para Keith Richards y su equipo, quienes se hospedaban en resort y tuvieron un gran gesto con el apasionado fan. Según pudo saber Ciudad.com, el sábado a la tarde “el Jagger de Moreno” deleitaba a los presentes con una de sus ya acostumbradas coreografías stones cuando un hombre de seguridad se le acercó y le dio dos entradas para el último show, en el Estadio Único de La Plata.
Sin poder creerlo, el Pollo se desmayó de felicidad y lo tuvieron que levantar los encargados de seguridad. Exultante, comenzó a abrazarse con todo el mundo, incluso, con los rigurosos guardaespaldas extranjeros del círculo íntimo de Richards que ya se habían familiarizado con su presencia después de tantos días.
Sin poder creerlo, el Pollo se desmayó de felicidad y lo tuvieron que levantar los encargados de seguridad. Exultante, el fan comenzó a abrazarse con todo el mundo, incluso, con los rigurosos guardaespaldas extranjeros del círculo íntimo de Richards que ya se habían familiarizado con su presencia después de tantos días. Desconcertado, ya que todo el conocimiento del idioma del Pollo se limitaba a “Open the window, Richards”, las cuatro palabras que no se cansó de repetir durante la estadía del guitarrista, pudo entender por qué le regalaban los tickets cuando una persona se acercó a traducirle. Pero eso no fue todo.
Fue tal simpatía que despertó el colorido personaje que hasta se ofrecieron a llevarlo al recital. El Pollo agradeció, pero comentó que tenía que ir a buscar a un amigo. ¿Cómo terminó la escena? De la misma forma en que comenzó diez días atrás: con “el Jagger de Moreno” bailando en la mitad de la calle.
I know, it’s only rock & roll but I like it.