A través de las redes sociales, Nazarena Vélez hoy comparte con sus seguidores mensajes sobre el empoderamiento corporal, cómo consiguió superar la bulimia y la anorexia y la lucha que tuvo que dar por su adicción a las anfetaminas.
“Es todo un camino. Yo no me acepto nada. Si me odié toda la vida, es muy difícil que te aceptes en dos años”, se sinceró la actriz en Cortá por Lozano. “Yo me di cuenta que no tenía ganas de morirme. Cuando uno tiene la muerte muy cerca, como me pasó a mí con seres tan amados, y me doy cuenta que me estoy tomando diecisiete anfetaminas por día”, aseguró.
“Llegué a ingerir treinta pastillas y me ponía el reloj tipo a las ocho de la mañana para tomarme una pastilla porque mientras dormía le quería ganas horas al día”, relató Nazarena sobre su enfermedad. Además, contó cómo hizo lo imposible para continuar tomando las pastillas que le dejaron huellas irreparables en su salud psíquica como física. “Lamentablemente, las compraba con una receta en la farmacia. La receta te la da primero un médico y yo llegué hasta robar talonarios para hacerme las recetas. Estaba enferma. Por eso se me rompió una vena en el cerebro, me agarró un soplo en el corazón”, rememoró la exvedette.
"Lamentablemente, las anfetaminas compraba con una receta en la farmacia. La receta te la da primero un médico y yo llegué hasta robar talonarios para hacerme las recetas. Estaba enferma".
“Yo me acuerdo que en esa época temblabas mucho. Se te veía, siempre amorosa, pero con mucho temblor. No sabía si tenías frío o te estaba pasando algo”, le recordó Verónica Lozano. “Eso era lo de menos a lo que me quedó en el cuerpo” “Era tanto lo que le metía al cuerpo para acelerar el quemar calorías. Llegué a tomar una cantidad increíble de pastillas y por eso hoy puedo decir que era una pobre piba”, se sinceró.
“Me veía flaca y me odiaba también porque me veía las estrías, la celulitis. No estaba contenta. Siempre fui muy traumada, pero la diferencia es que me estaba muriendo. Tenía todos los números para morirme”, expresó Nazarena Vélez, a flor de piel.