En 2019, Flor Jazmín Peña irrumpió en la pista del Bailando y a base de talento, simpatía y magnetismo, no solo logró cautivar al exigente jurado, también creció notablemente su popularidad y se alzó con la copa del certamen, de la mano del también debutante Nicolás Occhiato.
Imposibilitados de volver al ruedo a defender el título por la pandemia de coronavirus, a la bailarina le quedó en la mente un tatuaje ficticio que le pusieron en una de las galas del programa y, dejando de lado las dudas, fue y se lo tatuó.
"Hubo una gala con Nico Occhiato en el Bailando que nos pusieron unos tatuajes de mentira. Me pusieron dos brazaletes, entre otras cosas, y me gustó tanto que dije '¡me lo voy a tatuar!'".
Flor eligió un brazalete similar al que le aplicaron las vestuaristas en el programa de Marcelo Tinelli y, en diálogo con Ciudad, expresó: "El tatuaje no tiene ningún significado en particular, pero hubo una gala con Nico Occhiato en el Bailando que nos pusieron unos tatuajes de mentira. Me pusieron dos brazaletes, entre otras cosas, y me gustó tanto que dije '¡me lo voy a tatuar!'. Yo no soy de tomar decisiones que queden a largo plazo o hacerme un dibujo que después diga en unos años '¡ay, no me gusta!'. Fue una parte de soltar eso. Porque en esta cuarentena hice mil cosas, como teñirme el pelo, cursos, y tatuarme fue experimentar… Este es el primero, pero no va a ser el único".
En una pausa de su relato, Flor agregó: "El tatuaje es sutil, pero se ve. A mí me gustan los tatuajes que se ven. Tengo ganas de tatuarme el hombro, con flores o ramas. Si no se ve, no me divierte tanto"