La banda de rock Gorillaz ofreció el sábado un demoledor concierto de rock en el que repasó su discografía completa y presentó su reciente material de estudio en un inolvidable actuación en el segundo y último día del Festival BUE en Tecnópolis.
Resistiendo la anunciada tormenta que finalmente se desató con furia sobre Buenos Aires -en una hábil jugada de los organizadores que el día del show decidieron cambiar la grilla y adelantar tres horas su presentación-, Gorillaz saltó al escenario principal de Tecnópolisa a las 20 en medio de un estado de algarabía que finalizó cerca de las 10 de la noche, sin interferencias climáticas y en estado de gracia absoluta.
La plataforma musical virtual inventada por el británico Damon Albarn (Blur) en 1998 junto al dibujante Jamie Hewlett como una elegante ironía apocalíptica sobre el mundo actual filtrado a través de la lente deformante de la MTV demostró, en su primera visita a la Argentina, que no solo es un estupendo experimento de estudio sino una demoledora maquinaria en vivo.
Etiquetada de mil maneras, Gorillaz es un extraño artefacto que reúne y hace jugar juntas a las mejores tradiciones musicales de los últimos 60 años creadas bajo las formas del rock, el pop y la black music, pasando por el punk, el noise, la música experimental y alternativa, la electrónica y el brit pop pero sin dejar de lado una visión vintage y amable del dulce pop de los 60 y arrojando sobre el escenario todas las marcas de origen del repertorio afroamericano con lecturas propias del funky, el soul y el rap de inusitada modernidad.
La base del grupo, que ayer puso en forma permanente 13 músicos sobre el escenario (6 de ellos coristas) y que llegó a tener 16 con los invitados, es un dub consistente, sostenido sobre un beat demoledor de bombo y bajo (en Gorillaz funcionan en simultáneo dos baterías), que construyen la plataforma sobre la que se monta una arquitectura sonora de reminiscencias espaciales erigidas desde los teclados (también dos permanentes) las guitarras y las voces.
Si alguna vez el rock puso en juego una idea operística o conceptual (The Who visitó el país por primera vez este año y anoche se anunciaba un show de Roger Waters para 2018), Gorillaz es la mejor expresión de esta posibilidad, no sólo por los desarrollos vocales de las canciones -donde pueden interactuar hasta nueve cantantes, aunque sin resabios líricos-, sino por la intensidad ambiental que asumen sus composiciones, la ambición narrativa y la teatralidad que ponen de manifiesto, desde lo tímbrico y lo visual.
Sobre una atmósfera sonora que envuelve y contiene lo diverso, la banda asume la osadía de presentar en una misma composición pasajes musicales de tradiciones muy lejanas, como el noise y el funk o el soul y lo progresivo, alternada o conjuntamente, con un estupendo desarrollo vocal y un manejo de los climas único, que no desdeña tampoco el desenfreno que promete todo recital de rock.
Albarn es un frontman inigualable, con una personalidad granítica y sin un solo gesto de divismo, y a su climática voz (a veces distorsionada bajo los efectos de una suerte de altavoz callejero) se unen las de los coros o invitados, de fuertes connotaciones sonoras y expresivas, que narran paisajes y su suman como efectos de sonido y ambiente.
De hecho, todos los invitados del show de anoche fueron los cantantes que acompañaron a Albarn y la banda a grabar este año el estupendo Humanz, a través del cual Gorillaz llegó a la Argentina en el marco del Humanz Tour, que arrancó a mitad de año en Estados Unidos, ya se escuchó en Europa y llegó a Buenos Aires directo de Montevideo.
¡Mirá los famosos que dijeron presente en el festival Bue!
Fuente: Telam.