Los incendios forestales de en la provincia de Córdoba pusieron a Damián de Santo (52) y su familia en una situación límite, cuando el actor debió poner el cuerpo para sofocar las llamas que avanzaban sobre su hogar.
Agobiado, lastimado pero agradecido por su suerte, el dueño de un complejo de cabañas en la localidad de Villa Giardino contó su experiencia en diálogo con Intrusos: “El fuego no va a volver para este lado donde estamos viviendo nosotros, sino que está buscando combustible. La situación es bastante triste”.
“Esa es mi casa, estaba de espaldas a un quincho que se prendió fuego. Levantó unas llamas de casi cinco metros, llegaron a estallar los vidrios de casa y todo. Gracias a Dios, pasó un avión hidrante y nos salvó la casa, Hernán Vázquez tiró el agua que enfrió la casa y no nos pasó nada gracias a él. Eramos 35 personas tratando de apagar el fuego abajo de nuestra casa, que son las cabañas. Fuimos los primeros en recibir el fuego, pasó por arriba y se fue para las cabañas. Pero ahí había 200 personas entre vecinos, gente de alrededores y bomberos y pudimos extinguir el fuego para no lamentar hoy que el complejo esté destruido”, continuó De Santo ante el asombro de Jorge Rial.
"Nunca viví un fuego tan desesperante. Los fuegos se apagaban a dos metros de las casas”.
Luego, Damián contó que su combate no terminó, sino que siguió colaborando con otros vecinos de la zona: "Estuvimos sofocando pequeños focos de incendio con mi hijo, Joaquín (19)".
Al describir su cruzada, explicó: “A 300 metros de una lengua de fuego te quemás todo y no podés evitarlo. Te entregás y te sentás a ver cómo se quema todo porque es inevitable, es de una gran impotencia. Estamos preparados para los incendios, con canillas con acoples rápidos, pero la gente no sabía, yo estaba abajo y los que estaban arriba cortaron los alambres e hicieron una cadena para tirar los baldes de agua”.
"Tenemos una laguna con 40.000 litros de agua y también tengo una bomba de agua sumergible, pero no pude armar nada porque no te da tiempo, en media hora se te viene el fin del mundo".
"Están acostumbrados a tener estos incendios forestales, pero no tan cerca de las casas. Te sentís en el infierno y no sabés qué hacer. Nunca viví un fuego tan desesperante. Los fuegos se apagaban a dos metros de las casas”, afirmó.
Al final, Damián de Santo reflexionó: “Nunca pensé en volver a Buenos Aires. Este es nuestro lugar y la vamos a pelear. Pero en un momento pensé que iba a perder la casa y las cabañas. Yo justo corté el gas natural de las piletas cubiertas. Porque si se prendía fuego eso no quedaba nada, son 300 metros cuadrados de machimbre. Tenemos una laguna con 40.000 litros de agua y también tengo una bomba de agua sumergible, pero no pude armar nada porque no te da tiempo, en media hora se te viene el fin del mundo. Es como si hubiese caído un asteroide sin poder verlo. Tenemos seguro y todo… pero igual”.