En medio de las repercusiones y el dolor por la murte de Pino Solanas, quien falleció a los 84 años en París a causa del coronavirus, las redes y medios se llenaron de noticias destacando su rol como cineasta.
Además de su figura política, Pino fue un referente del cine militante de la década de 1960, cuando en plena dictadura de Onganía su película "La hora de los hornos", codirigida con Octavio Getino, era exhibida en forma clandestina en unidades básicas y casas particulares.
Nacido en Olivos, provincia de Buenos Aires, el 16 de febrero de 1936, siempre defendió su raigambre peronista con documentales famosos como "Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder" (1971, también con Getino).
Sin duda, su carrera de cineasta sobrevivirá en el recuerdo de películas premiadas internacionalmente, ya clásicas del cine nacional, como "Los hijos de Fierro", "Tangos, el exilio de Gardel" y "Sur", en las que recreó una estética popular no carente de elementos eruditos.
Siempre atraído por el arte, estudió Derecho pero también teatro y música; sus primeras armas en la pantalla fueron con los cortos "Seguir andando" (1962) y "Reflexión ciudadana" (1963), cargados de inquietudes sociales y políticas, e, influido por la época, el auge de la Resistencia Peronista y el influjo de la Revolución Cubana, fundó a fines de la década el grupo Cine Liberación.
Esa fue la raíz de "Tangos, el exilio de Gardel" (1985), esa "tanguedia" rodada entre París y Buenos Aires, que reflejó las luchas y sueños de los refugiados latinoamericanos y que tuvo notables interpretaciones de Miguel Ángel Solá, Marie Laforet, Ana María Picchio, Lautaro Murúa y el propio Solanas.
Ese filme, el más taquillero y comentado de su carrera, arrasó con premios en Venecia, La Habana, Turquía, el César francés, el Konex de Platino y varios Cóndor de Plata de la Asociación de Críticos Cinematográficos de la Argentina. Otro tanto aunque con menor ruido sucedió con "Sur", que buceaba en la identidad porteña y argentina y dejó en el celuloide estupendos pasajes a cargo de Solá, Roberto Goyeneche, Lito Cruz, Ulises Dumont, Philippe Léotard, Gabriela Toscano y Susú Pecoraro, rematados por el tango "Vuelvo al Sur", con letra de Solanas y música de Ástor Piazzolla.
En esta película, además, le dio un protagónico de antología a Roberto "Polaco" Goyeneche, concretó el debut cinematográfico de Fito Páez y además compuso la "Milonga del tartamudo" que cantó Alfredo Zitarrosa. Durante la década del 90 ya se había interesado por la política activa y procuraba preservar edificios de la ciudad para la creación de centros culturales, por lo que recibió seis disparos en las piernas de un grupo de desconocidos; ello lo llevó a postergar el rodaje de "El viaje" (1992), un retrato de América latina y el subdesarrollo.
Tan política como ese filme fue la iracunda "La nube" (1998), que fustigaba al neoliberalismo y recibió premios en Venecia y en La Habana, cuyo Festival le entregó el Gran Coral a su trayectoria- y tras un período de descanso creativo inició su período documental y de denuncia, donde unió su postura ética con su certero manejo del lenguaje cinematográfico.
Así se sucedieron "Memoria del saqueo" (2003) con la que viajó al Festival de Berlín donde en 2004 le entregaron el Oso de oro honorario, "La dignidad de los nadies" (2005) y "Argentina latente" (2007). Sus intereses por la defensa de los ferrocarriles se apreció en "La próxima estación" (2008) y luego encaró una saga esencial para entender la problemática ambiental desde la defensa de los territorios, de las personas que los habitan y de los recursos naturales como "Tierra sublevada: Oro impuro" (2009), "Tierra sublevada: Oro negro" (2011), "La guerra del fracking" (2013) y "Viaje a los pueblos sublevados" (2018).
En medio de esa serie contra los extractivismos, también propuso "El legado estratégico de Juan Perón" (2016), toda una colección de obras que conviene rever cada tanto, fruto de un creador particular y discutido que quedará en la memoria grande del cine argentino.
Fuente: TÉLAM.