Romina, la hermana de Emiliano Sala -el futbolista que murió al estrellarse el avión en el que viajaba sobre el Canal de la Mancha- intentó suicidarse. La joven estuvo internada durante una semana en estado crítico y tras haber recibido el alta compartió en Instagram un desgarrador mensaje.
"Los días que pasaron, un suceso personal me sacó los pies del camino que había elegido caminar. Como alguna vez dije, la vida es imparable y la única cosa que nos queda frente a esa potencia es frenar la marcha, cambiar la dirección de nuestras alas y volar a favor del viento que se dio vuelta en el medio de su propio viaje", escribió junto a una foto familiar.
Y siguió remarcando que siente que perdió el "control" de su vida: "Una de las cosas que frenaron junto con mis pies fue mi cabeza. Podría pensar que se quedó vacía y no estaría pensando de manera equivocada. Trato de buscar los conceptos que tenía adentro y ya no me sirven. Las metas que tenía hace una semana ya no quedan en el mismo lugar. Mis prioridades y las causas que las sostenían se cayeron como un mazo de cartas. Y la palabra control dejó de existir en mi diccionario".
"Nada queda donde estaba antes porque cuando un hecho inesperado irrumpe, no solo ya no hay nada: tampoco hay un antes. Un día todo parece empezar otra vez. Un día tenemos que empezar otra vez. No siento angustia. Ya no. Siento la posibilidad que me abre la vida de ser consciente de lo que voy a elegir para seguir viviendo con un paisaje diferente. No me pasa únicamente a mí. Cada uno de nosotros se choca una vez con un golpe que nos rompe las estructuras y nos demuestra que no estamos hechos de porcelana. Plastilina. Mi cuerpo es de plastilina. Mi piel es de plastilina. El mundo es de plastilina. Me toca reinventar un nuevo camino. Arremangarme otro buzo, en otras manos, de una vida que es cualquier cosa menos estable y quieta. Y no está mal", agregó.
Además de subrayar que no quiere vivir en un mundo hostil, se despidió reflexionando sobre la importancia de crecer acompañado. "La hostilidad del mundo me golpea cada dos por tres y me vuelve a centrar en otro centro: no es así como tenemos que vivir. No es así como quiero vivir. No es así como hay que vivir. De a ratos caigo en la trampa y me veo queriendo cosas que son eso: cosas. Y por suerte, una nueva piedra en la cabeza me recuerda que no necesito nada en forma de objeto para ser feliz. El mundo viene con paquetes de regalos que nunca abrimos porque nunca nadie nos dijo que eran nuestros. Tocarnos, olernos, mirarnos, escucharnos, probarnos, amarnos, cuidarnos, abrazarnos, disfrutarnos, elegirnos, vivirnos", cerró.
¡Mucha fuerza!