Los enormes ojos claros de Lola se roban las miradas de todos en el departamento de dos ambientes de Palermo, copado por sus chiches y demás accesorios. Durante mucho tiempo ese fue el reducto de su mamá Débora D'Amato (46). Ahora ambas lo disfrutan y lo comparten, juntas y también con amigos y familia.
La bebita, de ocho meses, regala sonrisas, miradas y expresiones súper tiernas. Orgullosa, Débora cuenta: "Hace dos días me dijo 'mamá' en un negocio y empecé a saltar. Por suerte era un local de niños, ja, ja. Me estoy sorprendiendo un montón, hay un montón de situaciones en las que me desconozco, pero lo estoy viviendo gratamente".
-¿Cómo te estás adaptando a este gran cambio y tu nueva vida junto a Lola?
-Supongo que a todas las mamás les debe pasar lo mismo o a la mayoría. Siento que tenemos mucha empatía. Por ejemplo, cuando las papas queman se queda tranquila. Además es muy adaptable, es súper tranquila y buena. Aunque soy tía desde hace muchos años, mis sobrinos tienen 30 y 27 años, esto es muy distinto a todo. Siempre me gustaron mucho los chicos.
"Toda mi vida fui muy práctica y me cuesta un poco el tema de que cada vez que salimos es como una mudanza, pero pude solucionarlo con un bolsito muy chiquito y es un gran tip. Llevo: un termito tipo botella, un termómetro, un medicamento para los gases, un antifebril por las dudas. También leche complemento en un frasquito de vidrio de esos de yogur y pañales, por supuesto".
-¿Qué nos podés contar de toda tu experiencia en la búsqueda de tu hija?
-Mirá, me escriben muchas mujeres y estoy haciendo entrevistas sobre el tema con el director del laboratorio y aprovechamos para desmitificar ciertas cosas. Hay mucho desconocimiento y yo me estuve informando mucho desde hace un tiempo. Cuando quise quedar embarazada no quedaba, aun estando en pareja, pero en ese momento no me preguntaba por qué. Pensé que era algo normal. Cuando me separé después de estar diez años en pareja y quise intentar quedar embarazada y no pude, más el reloj biológico que me corría, descubrimos que tenía unos miomas. Yo no tenía idea de nada, yo iba a todos lados porque el aire me empujaba... Me dejé estar y los miomas estaban tan grandes que podían comprometer al útero, así que me operé. Pero de todos modos no podía quedar embarazada. Empecé a hacer tratamientos y todos los meses me iba a hacer controles a ver cómo habían dado los valores. Me acostumbré tanto al "no" que cuando el 28 de febrero me dijo mi médico, el Dr. Fernando Neuspiller, que tenía que ir para hacerme la transferencia no lo podía creer. Fue genial, no es doloroso. Es más, creo que es más doloroso hacerlo por la vía natural, ja, ja.
-¿Cómo viviste el embarazo?
-Fue muy loco porque me pasó que tuve un embarazo genial, pero tuve diabetes gestacional y bajé tres kilos estando embarazada y cambié la dieta. Además, vomité todos los días del embarazo. En Intrusos se hicieron una fiesta con eso. Amo a todos mis compañeros del programa y sobre todo a los de detrás de cámara que me dejaban un tacho enorme tipo de pintura que siempre hay dando vuelta por los canales, para que yo lo tenga siempre disponible. Ya me veían la cara y me lo acercaban si no llegaba al baño. Vomité todos los días, incluso hasta el día anterior a parir. También se me llenó de líquido un tobillo y terminé con una bota, ja, ja. El día que fui al médico a pedirle de empezar la licencia me dijo "¡al fin, querida!". Ya llegaba rodando a Intrusos. El último mes estuve casi de reposo total, así que cuando me preguntan si le daría un hermanito, creo que con Lola está bien. El día de mañana quizás me enamoro de un señor que ya tiene hijos y hacemos una hermosa familia ensamblada y somos todos muy felices y comemos perdices. Aparte, no me puedo dar el lujo de tener otro por muchas razones: mantener un hijo no es algo sencillo. Soy muy afortunada porque tengo mi trabajo y, además, hay muchísima gente que me manda regalos y priorizo a las que son mamás emprendedoras.
-¿Qué es lo que más te está costando de la maternidad?
-Toda mi vida fui muy práctica y me cuesta un poco el tema de que cada vez que salimos es como una mudanza, pero pude solucionarlo con un bolsito muy chiquito y es un gran tip. Nunca tuve bolso, pasé de la mochila a esto. Llevo: un termito tipo botella que guarda el frío doce horas, y el calor, veinticuatro. Creo que pueden robarme el celular y no lo lamentaría tanto, ¡lo amo! También llevo un termómetro, una cosita para los gases, un antifebril por las dudas. También leche complemento en un frasquito de vidrio de esos de yogur, aunque no toma mucho pero por las dudas. Y pañales, por supuesto. Me queda todo bien compacto.
-¿Con quién dejás a Lola cuando te vas a Intrusos a trabajar?
-En lo de mi vieja. Aunque ella no está muy bien de salud o para cuidarla, sí está en condiciones de disfrutar a Lola. Así que a la hora de dejarla mientras me voy a trabajar, yo quería que además de dejarla con alguien de confianza, pueda compartir esos momentos con su abuela. Sabía que a mi mamá le iba a hacer bien. Así que llamé a Dora, la señora que me cuidaba a mí de chiquita, que ahora tiene 80 años, y le expliqué la situación. Alejandra es la señora que cuida a mi mamá pero no la podía "cargar" también con Lola. Así que siento que también le da vida a la casa. Mi vieja pasó de tener una casa muy tranquila a una casa absolutamente invadida por cosas de Lola. Y todos los días digo "qué buena decisión que tomé al llevarle todos los días a la nena". Me voy en un clima de tal armonía a trabajar que cuando vuelvo no me da ni bolilla.
-¿Cómo es la relación entre Lola y su abuela?
-Mi mamá, ahora los sábados cuando capaz no la llevo, me dice "la extraño un montón a Lola". Encima mi vieja le canta la canción más espantosa del mundo y a Lola le encanta. Dice así: "La rueda del coche a un niño mató. La Virgen del Carmen lo resucitó. Lo llevó a la Gloria y lo coronó, y el niño sanito del cielo bajó". Para mí era un horror, pero la cuestión es que se duerme con esa canción y ahora se la cantamos todos. Además aprendió a aplaudir ¡y aplaude con el tema y todo!
"Cuando me voy a trabajar, dejo a Lola en lo de mi mamá. Pero ella no está muy bien de salud y no puede cuidarla, pero sí disfrutarla. Así que llamé a Dora, la señora que me cuidaba a mí de chiquita, que ahora tiene 80 años, y le expliqué la situación. ¡Mi vieja pasó de tener una casa muy tranquila a una casa absolutamente invadida por cosas de Lola!".
-¿Cómo fue el momento en el que le contaste a tu mamá que quedaste embarazada?
-Ella se emocionó mucho. Y más allá de la broma que le hice con lo de "del papá no sabemos nada", me dijo: "vos hiciste dos grandes cosas en esta vida. Una es Napo", que es un chihuahua que le regalé. "Y la otra es la nena, es lo mejor que hiciste en tu vida", me completó. Con eso me quiso decir que todo lo demás es una cagada, ja, ja, ja.
-¿Qué sentís vos todos los días al ver a Lola?
-Yo era muy acelerada, muy nerviosa. También muy intuitiva, pero de tirarme mucho a la pileta. Con Lola me pasó algo que es muy difícil de explicar, aunque sé que a muchísimas mujeres les habrá pasado igual. Todos los días siento que tomé una gran decisión. Espero dejarle el camino un poquito más allanado y que la generación que venga después de ella llegue con el puñito en alto y sin necesidad de salir a luchar tanto. Y le deseo que tenga la suerte que tuve yo con los papás que tuve, sobre todo con la mamá que tengo, por la libertad que me dieron para poder elegir todo.
-¿Cómo es esto de ser mamá "en solitario"?
-No siento eso de la soledad. Es verdad que la maternidad la encaro yo sola, pero estoy rodeada de muchísima gente. Tomo decisiones, me debo equivocar, claro. Muchos me preguntan cómo me voy a manejar cuando Lola me empiece a preguntar cosas y yo digo que siempre voy a contestarle con la verdad. Lola no ha sido abandonada por nadie, ni perdió a su papá por un accidente ni nada. Ha sido amada y buscada. Su mamá quería tenerla y alguien tuvo la generosidad de brindarle la oportunidad a mamás que no pueden o no tienen. Ella es de una nueva generación y creo que somos los adultos los que nos enroscamos. Supongo que cuando Lola sea más grande va a tener casos diversos de distintos tipos de familias y va a ser todo súper natural.
"Muchos me preguntan cómo me voy a manejar cuando Lola me empiece a preguntar cosas y yo digo que siempre voy a contestarle con la verdad. No ha sido abandonada por nadie, ni perdió a su papá por un accidente ni nada. Ha sido amada y buscada. Su mamá quería tenerla y alguien tuvo la generosidad de brindarle a mamás que no pueden o no tienen".
-¿Hacen colecho con Lola?
-Me encantaría que Lola tuviera su cuarto, pero estoy muy contenta con mi casa porque tengo el hogar que siempre quise. Pude comprarme mi departamentito de dos ambientes hace algunos años, con ayuda de mis viejos que sacaron un crédito por mí porque a mí no me lo daban. Tengo como meta el día de mañana que ella tenga su cuarto, pero hacemos colecho a full. Nunca pensé que iba a caer, pero caí. Primero porque cuando llegué a casa después de la cesárea no tenía a nadie que me la pudiera alcanzar para cambiarla y demás, así que con el "cuento" del nidito contenedor al lado, era cómodo y demás. Después pasó el tiempo y me resultó cómodo. Aparte al no haber novio ni nada, es súper práctico.
-¿Cómo estás llevando tu vida como mujer más allá de la maternidad?
-Tengo más vida social que antes porque tengo el pretexto maravilloso de que cuando me quiero ir ahora nadie me rompe las pelotas. Yo siempre digo que tengo bastante "pesado el traste". Nunca fui muy salidora, ni de chica. Jugaba al hockey para GEBA, nadaba y tenía que entrenar y competir entonces no me copaba mucho salir después. Sí me gusta salir con mis amigas, trato de llevarla a Lola también porque me parece que está bueno disfrutar con ella de esos momentos, ya tuve un montón de años en los que salí sola. A mis amigas también les copa que la lleve y no soy la típica madre que habla todo el día de su hija.
-¿Y con respecto a los hombres?
-No tengo a nadie que me interese en este momento, pero no estoy cerrada. Entiendo que ahora vengo "con combo" entonces quizás sea más difícil. Si aparece, bienvenido sea. Supongo que la persona que se interesa en la mujer que tiene un hijo, sabe. Si aparece el amor, seré feliz.