Si Alberto Fernández ni siquiera se imaginaba, siete meses atrás, que hoy terminaría siendo el Presidente electo de los argentinos, menos estaría en los planes de su pareja, Fabiola Yañez, "pensarse" como Primera Dama.
Pero los azares y sorpresas de la coyuntura política la trajeron hasta aquí y, el próximo 10 de diciembre, cuando su compañero de vida desde hace cinco años asuma como mandatario del país, será ella quien estará a su lado para ocupar ese rol, a pesar de que no estén casados ni hayan tramitado la unión civil o certificado de convivencia.
¿Quién es esta joven de 38 años con quien Fernández convive desde hace cuatro? Fabiola nació en Río Negro en el seno de una familia humilde y conoció a su novio al momento de entrevistarlo para hacer su tesis con la que consiguió su licenciatura en Periodismo en la Universidad de Palermo.
La relación empezó en 2014, pronto se fueron a vivir juntos y se comprometieron hace tres años, aunque no fijaron fecha de casamiento. Yañez arrancó su carrera de actriz a sus 19 y en ese ámbito supo destacarse en las obras ¡Otra vez papá! Después de los 50..., con Manuel Wirtz, y Entretelones, con Fabián Gianola, a quien denunció en los medios por acoso sexual.
En relación a su experiencia como periodista, Fabiola trabajó para la cadena CNN, participó en el programa de Radio 10, Común y corriente, y estuvo en Incorrectas, con Moria Casán. Se define como optimista, espiritual y peronista no militante. En el último tiempo, se la vio alejada del espectáculo y más cerca de actividades sociales en consonancia con el rol que asumiría de la mano de su compañero.
Pero, ¿podrá Fabiola asumir ese lugar a pesar de no haber pasado por el Registro Civil con Fernández? Según una fuente experta en ceremonial consultada por diario Clarín, sí. Ese rol se determina por usos y costumbres, no hay nada puntual legislado sobre el tema.
De hecho, quien ejerce la jefatura del Estado nacional es quien elige qué visibilidad o espacio le da a la primera dama o primer caballero. Suele ser la pareja, cónyuge o familiar, pero, en realidad, nada indica que así tenga que ser.