Feliz por tener la oportunidad de participar en MasterChef, para lo que debió viajar de su Córdoba natal, María Sol Ferrero le confesó a Wanda Nara cómo repercutió en su vida esta nueva etapa desde que está instalada en Buenos Aires.
Así fue el profundo ida y vuelta de Wanda y María Sol en el programa de Telefe:
Wanda: -Vine a hablar con vos porque me di cuenta que sos una celebridad en todo Córdoba, y en todo el país. ¿Las redes estallaron con vos?
María Sol: -Hay de todo. Hay gente que te adora y gente que te bardea.
W: -¿Vos tenés gente mala onda? No me imagino.
M: -Sí, hay de todo y es para todos eso; olvídate.
W: -¿Creés que cambiaste mucho en tu estadía acá en Buenos Aires, o sos la misma que vino de Sampacho (Córdoba)?
M: -No, aprendí un motón acá. Aprendí a defenderme más. Uno viene de un pueblo y acá es toda una locura. También aprendí a que no me importe lo que opine el otro. Eso, en un pueblo, es más difícil porque se conocen todos. Estoy aprendiendo un montón y no, no soy la misma. Pero (cambié) para mejor porque aprendí mucho.
UN PARTICIPANTE DE MASTERCHEF ROMPIÓ EN LLANTO Y CONMOVIÓ A WANDA NARA AL COMPARTIR SU HISTORIA DE VIDA
En una noche donde las emociones pegaron directo en el corazón de cada participante de MasterChef, Juan Francisco Moro no pudo evitar quebrar en llanto al escuchar una pregunta de Wanda Nara, ante la atenta mirada de sus compañeros y los jurados Damián Betular, Donato de Santis y Germán Martitegui.
Tras los elogios de los chefs en el desafío que consistió en hacer las milanesas que comía de pequeño, el concursante se sinceró: “Intenté transportarme a ese momento en el que nos sentábamos con mi vieja, mis dos hermanos y mis dos abuelos (los papás de mi mamá) cuando nos íbamos a Miramar, a una casa que nos prestaban”, expresó, Y agregó: “Mis dos abuelos no están más, por suerte mi vieja, sí. Nosotros nos criamos con ellos, mi vieja siempre laburó”.
Fue entonces que, ante la consulta de la conductora del programa de Telefe sobre si quería decirle algo especial a su mamá, el joven no contuvo las lágrimas: “No quiero que digan que después lloro por lo que fuera, pero mi vieja es lo más grande que hay. Desde que yo tengo un año, ella se quedó sola, con mi hermano de 8 años; y mi otro hermano, de 3”.
“¿Qué le puedo decir? Que la quiero un montón. Me cuesta mucho ser cariñoso con ella, pero la amo un montón. Gracias por todo lo que dio por nosotros tres”, cerró Juan Francisco, a flor de piel, previo a recibir el apoyo y la contención del resto del grupo.