Ella asegura que su mantra es dejar que las cosas fluyan “como el agua del río” porque “si nadás contra la corriente, los remos se rompen”. Así, sin escándalos, polémicas o romances explosivos, Carina Zampini (43) construyó una carrera como actriz que ya lleva más de veinte años de éxitos inolvidables como Mujercitas, Padre Coraje y Dulce Amor.
Pero cuando ya estaba consolidada como una de las figuras indiscutidas de las novelas, Carina se animó a más y probó suerte en la conducción. Una vez más, el éxito la acompañó al frente de Morfi, todos a la mesa, Despedida de solteros y actualmente en El gran premio de la cocina, el reality culinario de eltrece (lunes a viernes, 17 hs), que se encuentra en sus instancias definitorias.
¿Acaso la actriz dio paso definitivamente a la conductora? Zampini le asegura a Ciudad en un mano a mano exclusivo que su pasión por la actuación sigue intacta: “Me encanta actuar y por supuesto que voy a volver; de hecho me ofrecieron este años hacer ficción así como otros programas como conductora. Estoy en un momento en el que busco que el proyecto me entusiasme. Soy una persona que le presta mucha atención a su intuición y tengo que sentir que me hace feliz el proyecto. Cuando encuentre un papel que me genere eso, lo voy a hacer. No voy a dejar la actuación por la conducción”.
"No tengo deseos de volver a ser madre. Empecé muy joven con la maternidad y ahora que mi hijo está grande, tengo la posibilidad de hacer cosas que en algún momento elegí no hacer por estar en casa"
- ¿Y qué fue lo que te entusiasmó de El gran premio de la cocina?
- Me encanta que la cocina es algo que nos une a todos y el programa tiene la particularidad de que es una competencia culinaria en tiempo real. No está editada la cocina, el televidente ve igual que nosotros todo el proceso del armado, de la elaboración de los platos y si llegan a entregarlos.
- ¿Cómo es tu relación con la cocina?
- A mí me encanta cocinar cuando me dispongo a hacerlo… y cuando tengo ganas. Tengo un hijo de veinte años así que hace veinte años cocino al mediodía y a la noche, ¡porque él tiene que comer! El disfrute de la cocina lo tengo cuando me dispongo a hacer algo especialmente. Me gusta mucho la manualidad, por eso me llama mucho la atención la repostería y la pastelería. De lo salado, me gusta amasar pizzas, hacer pastas caseras y me encanta hacer asados. Me gusta la ceremonia de preparar el fueguito para el asado, ir controlándolo y estar acompañada en ese momento. La cocina tiene esa cosa mágica de estar ligado a la emoción.
- Se te ve muy cómoda en la conducción, ¿encontraste tu lugar en ese rol?
- La verdad es que descubrí un rol que me apasiona y entretiene. Me gusta esa cercanía con la gente porque sos vos mismo, no estás interpretando a un personaje. Por más que me encante actuar, eso me resulta atractivo.
- En la actuación arrancaste como villana, ¿en algún momento tuviste miedo de quedar encasillada en ese tipo de papel?
- No, porque no me pasó de estar cinco años haciendo de mala y que no me propusieran otro tipo de personajes. Mi primer personaje, Carla Lucero, lo hice en Mujercitas cuando tenía 19 años y le voy a estar eternamente agradecida porque fue el que me permitió ir construyendo un caminito dentro de esta profesión. Tener la oportunidad como actriz de haber hecho un personaje que quede en la memoria de la gente a través de los años es un privilegio. No nos pasa a todos. También fue un regalo de la vida ser parte de un suceso como Dulce Amor: ¡ese año hubo muchísimos niños que nacieron y se llamaron Marcos y Victoria! Son cosas que uno no tiene ni en la imaginación como posibilidad. Además, no tengo una personalidad estratega, de diseñar un camino y querer ir para determinado lugar. Voy viviendo el día a día, y disfrutando de lo que hago.
- En todos estos años de carrera lograste mantener un bajo perfil, ¿cómo hiciste para no ser mediática?
- Es lo que hacemos muchos. Soy así. No fue que me planteé que lo mejor era manejarme de esta manera. Soy así, una persona muy tranquila, hablo cuando estoy haciendo algo de laburo y no tengo tabúes, no es que hay cosas de las que no hablaría pero sí pongo atención en preservar la privacidad de la gente que me rodea. Hablar de uno y de las circunstancias de uno siempre involucra a alguien más porque no vivís solo en una isla. Entonces, me parece importante ese respeto a la privacidad del otro que no eligió esto y que no quiere estar expuesto.
"Estoy bien sola. En los últimos años, de más madurez, me descubrí y me fui formando como una persona que está bien consigo misma"
- Antes mencionabas a Manuel, tu hijo. ¿Cómo fue la experiencia de ser mamá tan joven?
- Maravillosa. Cuando quedé embarazada de Manu, sentí que era lo mejor que me podía pasar. Tenía 22 años cuando nació y estaba desajustada a lo que vivían mis amigas: ellas estaban en otra, salían de joda y yo estaba con los pañales, la teta e ir a trabajar sin dormir. Fue súper disfrutable. Manuel siempre fue un niño fácil, nunca fue revoltoso, solo le costaba dormir de noche. De hecho, lo llevaba a los sets de filmación conmigo y se portaba re bien. Ahora digo ‘qué bueno que lo tuve a esa edad’. Yo tengo 43, él tiene 20 y obviamente soy su educadora, que le pongo límites si es necesario, pero somos muy compañeros. Tenemos conversaciones hermosas, él tiene una cabeza enorme, es un pibe muy inteligente emocionalmente y compartimos muchas cosas, nos la pasamos muy bien juntos.
- ¿Te gustaría ser mamá nuevamente cuando vuelvas a formar pareja?
- No, ya no. Me encantan los bebés, pido siempre tenerlos a upa y cuando los veo digo ‘qué ganas de tener otro’. Empecé muy joven con la maternidad, elegí y fue mi decisión tratar de encontrar un equilibrio entre ser mamá, mi trabajo y mi vida individual. Ahora que mi hijo está grande y es más independiente, yo siento que tengo la posibilidad de hacer algunas cosas desde el laburo y desde otras experiencias que en algún momento elegí no hacer por estar en casa. Por ejemplo, quiero hacer una gira de teatro que cuando Manu era chico elegí no hacerla. Gracias a Dios, tuve la posibilidad de tener opciones: elegía estar en tiras en las que trabajaba catorce horas por día pero a la noche estaba en casa, comía con él, lo acostaba a dormir, trataba de estar siempre presente en los eventos del colegio, etc. Ahora siento que tengo esta libertad. Estamos todo el tiempo conectados, él se va a la facultad y me escribe, me pide que le avise cuando llego a casa. Nos cuidamos pero somos dos personas independientes.
- Estoy bien sola. Me gusta estar bien. Si estoy en pareja es porque estoy bien, sino estoy sola. Hay un momento, cuando uno pasa la barrera de los treinta y pico que empieza a ver las cosas desde otro lugar. En los últimos años, de más madurez, me descubrí y me fui formando como una persona que está bien consigo misma. Estoy bien conmigo misma. Vivo en paz, en armonía y entonces estoy bien si estoy sola. Disfruto de mis momentos, de ver series, leer un libro, cortar el pasto en mi casa, estar en silencio o poner música. Por supuesto que también es hermoso estar enamorado y sentirse acompañado, y tener proyectos cotidianos como ver qué comemos o qué hacemos. Hay cosas hermosas que tiene el amor de pareja si te suma. Hay que estar siempre con una persona que te haga sentir que sos mejor, que te haga descubrirte mejor de lo que te conocés, que puedas aprender, haya retroalimentación y admiración. Si se tiene eso, está bueno, por supuesto.