Desde que desembarcó en la pista del Súper Bailando 2019, Martín Baclini se convirtió en un simpático personaje por las numerosas anécdotas e historias con las que sorprende a Marcelo Tinelli en la previa de cada performance.
En esta oportunidad, "la víctima" de su relato fue su novia, Cinthia Fernández, a quien mandó al frente con lujo de detalle en S.T.O, programa de América en el que recordó las primeras y dificultosas citas con la panelista de LAM.
"Cuando llegaba el momento de la intimidad, era imposible de conectar. ¡Tenía un aliento a ajo! Era ella mirando para allá y yo mirando para acá".
"Cuando la conozco a Cinthia, nos veíamos enjaulados en mi departamento, para ver si funcionaba la relación y, si funcionaba, después poder salir a la pista. Ella venía todos los jueves, a las dos de la tarde. Y yo, las primeras veces, la esperaba con perfumito, la luz justa y pensaba en todos los detalles. Pero cuando aparecía Cinthia, ¡tenía un aliento a ajo!", comenzó diciendo el empresario rosarino, exponiendo sin titubeos a Fernández.
Luego fue por más: "Cuando llegaba el momento de la intimidad, era imposible de conectar. ¡Tenía un aliento! Era ella mirando para allá y yo mirando para acá".
"Un día le dije 'Cinthia, ¿sabés por qué soy frío? Por el aliento a ajo que tenés'. Y se puso a llorar, pobrecita. De ahí, nunca más comió ajo y la pareja arrancó para arriba".
Evocando con humor esos episodios, Baclini contó que Cinthia le preguntó por qué era tan distante con ella. Y ante esa primera pregunta, mintió: "Al mes y medio ella me dice: 'Quiero hablar con vos'. Y me dice: 'Sos muy frío'. Porque esto (del aliento) era siempre. Entonces, yo le dije que llevaba una vida de soltero y que me costaba ser más cariñoso".
Sin embargo, una cita en la casa de ella dio paso a la cruda verdad: "Otro día, Cinthia me invita a comer a la casa, porque no iban a estar las nenas, y la niñera, que es de Ecuador, abre el horno y el pollo tenia unos dientes de ajo así (grandes). En la heladera colgaba el ajo. ¡Era una locura! Fue ahí que le dije la verdad: 'Cinthia, ¿sabés por qué soy frío? Por el aliento a ajo que tenés'. Y se puso a llorar, pobrecita... De ahí, nunca más comió ajo y la pareja arrancó para arriba".