Attaque 77 compartió la alegría del reencuentro con su público en vivo, durante el catártico repaso por sus más de tres décadas de historia en el show realizado en el porteño Teatro Broadway, con el que regresó a los escenarios desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
La postal del unísono entre el grupo y el público sobre el final del show durante el estribillo de "Espadas y serpientes", que reza "Yo volveré a las calles", fue acaso el resumen perfecto de la corriente empática entre ambas partes.
Fue además el punto culminante de un show de poco más de dos horas en el que la resignificación de las letras de viejos clásicos, a partir del particular contexto vivido en el último año y medio, fue la gran protagonista imperceptible de la noche.
Como si no fuera poca la descarga que ameritaba el reencuentro tras un largo período sin recitales, en el que además la vida misma estuvo literalmente en jaque; la dedicatoria explícita del grupo al inicio del show para Willy Crook, Palo Pandolfo y Pil pareció sumar más motivos para el estallido final.
La excusa para el reencuentro fue la puesta en escena con público de "Sesiones pandémicas", el disco en vivo registrado durante un show por streaming realizado por el grupo el año pasado, en el que hizo un repaso de su historia.
Esto hizo que la nostalgia despertada por los temas de la primera época y las lecturas sociales siempre desde el lado de los sectores postergados, aunque en general más cargados de esperanza que de rabia, generaran un caldo de cultivo para que al final del concierto predominara una mezcla de felicidad y alivio por la recuperación de viejos lugares de pertenencia.
"La gente necesita que le tiremos un mensaje positivo", había dicho días atrás a Télam el guitarrista y cantante Mariano Martínez, al referirse a estos shows, y así se notó en la postura adoptada por el grupo desde el inicio.
Martínez, el baterista Leo De Cecco y el bajista Luciano Scaglione; apoyados por el guitarrista Martín Locarnini y el tecladista Juan Pablo Ezquerra, encararon con precisión y fuerza, pero sin perder la dulzura, un repertorio que propuso, tanto en lo lírico como en lo musical, una convivencia entre los arrebatos adolescentes del pasado y el aplomo del presente.
Como lo hizo en "Sesiones pandémicas", Attaque 77 enganchó como si se tratara de una sola pieza títulos de diversas épocas, tal como el caso de "Sin tierra", "Ángel" y "Vuelve a casa"; o la más reciente "María" con el inoxidable hit "Hacelo por mí".
Pero también hizo convivir en una misma noche el recuerdo de la fantasía juvenil expresada en "Caminando por el microcentro (Edda)" o la rebeldía desfachatada de "El cielo puede esperar" con maduras pinturas sociales como el caso de "El pobre" y "Cartonero"; y crudos retratos de la realidad como en "Western" o "Setentista". Allí también se vio el amplio abanico de musas inspiradoras, que va desde Edda Bustamante a René Favaloro.
Desde el punto de vista musical, los raptos "ramoneros" se intercalaron con un asentado punk pop, de melodías más reposadas y sentidas o más intensas, según la temática propuesta en la lírica.
Entre los 29 temas interpretados "presentados como si fueran 21, porque muchos de ellos se agruparon en un potpurrí- no faltaron otros grandes clásicos como "Beatle", "Donde las águilas se atreven" y la versión de "No me arrepiento de este amor", popularizado por Gilda.
Pero también hubo un lugar relevante para composiciones de los últimos discos, como "María", "Estallar" o "Sangre", por citar solo algunos ejemplos.
Con una austera puesta, que incluyó discretas luces, coloridas gráficas con el nombre de la banda e imágenes alusivas a las canciones; el grupo concentró la atención del show en sus canciones y sus certeras interpretaciones.
En tal sentido, De Cecco fue el incansable motor del grupo, el bajo de Scaglione dosificó sin fallas y con gran sentido de la oportunidad pasajes melodiosos con otros más machacantes, mientras que Martínez pudo aprovechar la "gordura" sonora que sumaba Locarnini para trazar algunos solos o fraseos con su guitarra.
Fuente: Télam