En las redes sociales Anita Pauls (31) se muestra con una espontaneidad y desinhibición asombrosa, pero esa desfachatez -asegura- es producto de un árduo trabajo de introspección. Actriz del elenco de Argentina, tierra de amor y venganza, la hija de la artista Mirta Busnelli (73) y el fallecido productor cinematográfico Axel Pauls se refirió a su rotundo cambio de vida a raíz de los desafíos actorales que se le presentaron.
"Cuando empecé a darme cuenta del poder que tenía la mujer en todo sentido, y que tiene apagado porque esta sociedad nos enseñó a usar el lado más racional y no intuitivo, descubrí un universo diferente".
“En los últimos años me tocaron personajes que trabajan mucho con la sensualidad, que es algo que no hacía tanto. ¿Habrá pasado que me convertí en mujer o que me amigué con mi lado femenino? Tal vez tenía la energía masculina a flor de piel. Para que se hiciera ese cambio tomé ayahuasca, empecé un camino espiritual para agarrar los dos caminos, todo lo que tiene la energía masculina y le aporta la femenina, que es un universo que no tenía explorado”, reveló en una nota con la revista Pronto. “Cuando empecé a darme cuenta del poder que tenía la mujer en todo sentido, y que tiene apagado porque esta sociedad nos enseñó a usar el lado más racional y no intuitivo, descubrí un universo diferente”, continuó.
"Empecé un camino por las plantas medicinales. Los viajes con las plantas son muy para adentro, muy espirituales. Hice un montón de cosas legales y un montón de cosas ilegales".
Luego, Anita explicó cómo se inició en su experiencia mística: “Empecé un camino por las plantas medicinales. Los viajes con las plantas son muy para adentro, muy espirituales. Hice un montón de cosas legales y un montón de cosas ilegales. No sé si espiritual es entrar en un mundo budista, que puede serlo para mucha gente, pero las plantas son herramientas para conocernos a nosotros mismos; no tengo dudas”.
Al final, Anita Pauls confesó: “La psicología también me ayudó. Empecé terapia y me ayudó a sanar un montón de heridas que tenemos y que no nos damos cuenta. (...) Viví un montón de abusos pero, gracias a Dios, los pude hablar con mis papás. Entonces, siempre fui consciente. Los abusos tuvieron que ver con ser mujer, con el precio que hay que pagar por serlo”.