La develación de los chats que Federico Bal y Barbie Vélez tuvieron los días previos a que la actriz acusara a su exnovio de violencia de género desataron muchas polémicas. Entre ellas, en Los Ángeles de la Mañana se suscitó un debate respecto de los celos que los jóvenes se profesaban, con Analía Franchín como víctima de esa enfermedad.
"Yo fui una enferma de celos, no agresiva. Con un nivel que es agotador, sufrís un montón. Yo calculaba el (tiempo de viaje del) ascensor entre planta baja y el tercer piso. Pobre, mi marido es un santo", confesó la esposa de Sebastián Eskenazi. En referencia a la presunta relación de agresiones físicas y verbales mutuas entre Barbie y Fede, Analía diferenció su historia de amor con el millonario: "Nunca hubo ese nivel de violencia porque sabía que donde le decía una palabra desubicada, chau, nunca más".
"Lo que le pasó a Barbie con Laurita, me pasó con una señora a la que le puse guardias, me puse pelucas, la seguí, todo. Le averigüé el teléfono y el DNI en Migraciones".
En plena catarsis, Franchín reveló: "Y de verdad tuvo que haber un punto límite para que tomara conciencia de que tenía que ponerme en manos de un profesional y resolver mi problemas de celos. Porque de verdad sufría y sufría. Lo que le pasó a Barbie Vélez con Laurita, a mí me pasó con una pobre señora, que ni voy a mencionar porque no es conocida, a la que le puse guardias, me puse pelucas, la seguí, todo. Le averigüé el teléfono y el DNI en Migraciones".
"Le prometí que iba a hacer terapia. Me curé, modifiqué actitudes. Era insoportable. Un día llegué al límite del llanto y la desesperación, que reconozco que lo quise agarrar, y me dijo 'es el final, querida. Yo te amo, pero no te soporto’".
Ante la incertidumbre general de sus compañeros, Analía Franchín explicó cuál fue el detonante de su proceso de sanación: "Ibamos a hacer un viaje familiar todos, como treintaipico. La noche anterior calculé, el teléfono estaba apagado un segundo, y al segundo estaba prendido, me dijo que estaba en el ascensor. Busqué en qué piso estaba el restaurante, cuánto podía tardar, me metí en (el sitio de internet de) la marca del ascensor, y cuando llegó a mi casa, yo tenía un nivel de llanto, histeria y angustia de verdad. Por supuesto que iba controlando todo lo que la otra chica hacía, que estaba con su marido en su casa la pobre. Entonces, cuando llegó a ese límite del llanto y la desesperación, que reconozco que lo quise agarrar, me dijo 'the end, querida' (el final, querida). Me dejó acá y se fueron todos en el viaje familiar. Me dijo ‘yo con una chica tan mal no voy’".
"Le prometí que iba a hacer terapia. Me curé, modifiqué actitudes. Era insoportable. Me decía 'yo te amo, pero no te soporto'", cerró Franchín con autocrítica.
Ya en mayo y a cuento del mismo caso de Fede Bal y Barbie Vélez, Analía Franchín había dejado a todos atónitos cuando declaró: "Me pasó de ser violenta con dos hombres en mi vida. A uno le apagué un cigarrillo en la cara. Y yo pienso que en ese momento me hubiese merecido que me pegue un bife. No tengo derecho de arruinarle la cara y dejársela marcada para toda la vida".