Un día cualquiera. Un lugar cualquiera. Una pareja cualquiera.
-¡Amooor! ¿Sabés dónde están mis calzoncillos rojos?
-(A la distancia) ¡¿Qué cosa?!
-SI SABÉS DÓNDE ESTÁN MIS CALZONCILLOS ROJOS.
-¡Ahh… los tireeé!
-¡¿QUE HICISTE QUÉ?!
Uno pensaría que Alessandra Rampolla (44), la gurú del sexo más famosa de América latina, podría escaparle a este tipo de escenas cotidianas. Y sin embargo… “¿Si me ha pasado de tener que agarrar un cajón y empezar a tirar la mitad de las prendas? ¡Pues sí, estuve casada, claro que sí! Ja, ja, ja. Desaparecían; yo ni preguntaba, sacaba lo que no me gustaba. Creo que muchas hacemos eso, ¿verdad? Yo fui de ésas, jajaja”, suelta a carcajadas la sexóloga puertorriqueña, en charla con Ciudad, al recordar su pasado matrimonio, que terminó en 2011 tras siete años de relación.
Instalada momentáneamente en la Argentina tras el exitoso show Alessandra te lo cuenta todo, que brindó en mayo en el teatro ND Ateneo, la sexóloga se entrega a una charla sin vueltas, en la que hablará del tabú más grande en todo el mundo, revelará por qué la mujer goza más el sexo, compartirá sus miedos a desilusionar en la cama, su postura sobre el aborto y mucho, pero mucho más.
-Hacés mucho hincapié en no perder la seducción en la pareja y recomendás el uso de lencería, tanto para mujeres como para hombres. Haciendo un mea culpa por el género masculino, no solemos prestarle mucha atención a nuestra ropa interior.
-¡Ay sí, yo tuve novios con los elásticos todos estirados! Es una cuestión de respeto, pasa por tener el cuidado de querer gustarle al otro. Cuando tú empezaste a salir con tu mujer, no estabas con el calzón roto, te ponías -al menos- el limpito. Eso tendría que mantenerse y, muchas veces, se revierte al descuido y la vagancia. El mercado de la lencería está más bien dirigido al placer del hombre, así que mínimo deberían tener el cuidado de cambiarse las medias, ponerse el calzón limpio y bañarse. Que tengan 'un gesto por la patria' cuando las mujeres tanto se ocupan de mostrarse lo más atractivas posible por un mandato social, que debería ser para ambos sexos.
-Nuestros lectores te dejaron una consulta: ¿por qué al hombre le cuesta ser romántico y demostrativo en el sexo?
-¡Porque es más cómodo no tener que hacer eso! Desde un lugar socialmente dirigido, el hombre se expresa amorosamente a través del sexo. En cambio, la mujer para dar sexo necesita sentir primero esa cuestión de afectividad o seducción emocional. Son diferentes maneras de encarar lo mismo. Al principio, el hombre es muy galán y busca hacer lo que la mujer necesita: esa contención emocional. Una vez que se relajan, ambas partes revierten a ese lugar más cómodo.
"Estoy muy consciente de lo que genero en los hombres. Entonces evito situaciones en las que hay una expectativa sembrada porque tengo claro que voy a desilusionar y no quiero estar en esa posición. En Argentina siento mucho más esa mirada así que mantengo una determinada distancia porque no me seduce eso".
-Sos una mujer muy desenvuelta hablando de cuestiones tabú, ¿tenés algún prurito a la hora de tocar algún tema específico?
-Lo que me da ese lugar liberado es que es mi tema estudiado, más allá de que me apasiona. Hay una formación académica que me da una seguridad muy grande, me entrené para que no me de vergüenza y esa es la gran diferencia. Crecí con los mismos prejuicios de muchos de los que me escuchan.
-Recorrés el mundo hablando de erotismo y sexualidad. ¿El sexo anal es igual de tabú en todos los países?
-Si, es uno de los tabúes más tradicionales. Es medio lógico que sea un tabú porque ¡uy, la suciedad! Ya con eso nada más es un tema de rechazo porque para muchas personas es difícil asociar placer con suciedad. Pero, por otra parte, la masturbación, algo de lo más sencillito de la sexualidad, es otro tema tabú y es muy loco porque no tiene los cuidados particulares que requiere el sexo anal. Esto pasa porque son cuestiones que no se hablan abiertamente, no hemos naturalizado estas prácticas sexuales y seguimos queriendo conformar a los parámetros sociales. Hay que alejarse de esas presiones y adueñarse de la propia sexualidad: qué me gusta a mí, cómo compagina con lo que le gusta a mi pareja y cómo armamos un mix interesante. Durante toda mi carrera lo he visto en todos los países de América latina, Europa y Estados Unidos, siempre es tabú el sexo anal.
-En tu último libro, Alessandra te lo cuenta todo, contás que el clítoris posee 8 mil terminaciones nerviosas, mientras que el pene tiene 4 mil: ¿eso significa que la mujer goza más?
-¡Si! La mujer tiene un potencial de disfrute mucho más elevado que el hombre. Imagínense lo rico que ustedes sienten, lo intenso que es el cosquilleo y todas las sensaciones, y lo loco que es pensar que hay tantas más mujeres insatisfechas que hombres. (N. de la R.: un 20% de las argentinas no tiene orgasmos y 7 de cada 10 lo fingieron alguna vez, según una encuesta de la Sociedad Argentina sobre Sexualidad Humana). Esto tiene que ver con la mala definición de sexo que tenemos como sociedad, que definimos todo como penetración pene-vagina, que es una modalidad de tantas otras expresiones. Y sólo corresponde al placer masculino, porque el pene está bien estimulado, pero la vagina no es la fuente principal de placer de la mujer, sino el clítoris. Piensen esto: el clítoris equivale a la cabeza del pene, y la vagina sería los testículos del hombre. Y les digo: hagan la prueba en su casa, la próxima vez que estén con su pareja estimulen durante mucho tiempo con lengua y manos los testículos, y olvídense del pene. ¡No toquen nunca el pene! Y vamos a ver cuántos hombres pueden llegar a un orgasmo así… Y eso es lo que le pasa a la mujer.
-¿El orgasmo vaginal per se no existe entonces?
-El clítoris es tan poderoso que, en realidad, es una estimulación indirecta. Es así de potente. Lo que muchas veces se considera como frigidez, pasa más bien por una falla mecánica, de apuntar al lugar equivocado. No es la mujer, hay mucha información que no es clara y por eso no logran su cometido.
"El clítoris tiene 8 mil terminaciones nerviosas, mientras que el pene 4 mil. La mujer tiene un potencial de disfrute mucho más elevado. Lo loco que es pensar que hay tantas más mujeres insatisfechas que hombres".
El 19 de enero de 2007, Alessandra se casó en su patria con el músico puertorriqueño John Hernández. Y el 24 de mayo decidió dar el Sí nuevamente con su marido en el país que la había abrazado como propia. La pareja celebró su boda en la iglesia Nuestra Señora del Pilar, en el barrio de Recoleta. Luego, la famosa sexóloga festejó a lo grande junto a 120 invitados en el Alvear Palace Hotel.
Sin embargo, en febrero de 2011, Rampolla sorprendió al revelar el final de su matrimonio. “Estoy recién divorciada, la vida nos llevó por caminos diferentes”, aseguró en una charla organizada por la revista de su amiga Susana Giménez. Apenas unos meses más tarde, el amor regresó a golpear a su puerta de la mano de un ingeniero de sonido 12 años más joven, llamado Bob Connelly Nadal.
Oficialmente soltera (“pero no aburrida”, aclara) desde hace dos años, Alessandra tiene muy en claro el efecto que tiene su figura sobre los hombres. Idealizada por muchos cual geisha del placer, la diosa boricua le huye al estereotipo y a la densa carga que depositan sobre ella. Especialmente, los argentinos.
-“Siembra expectativas, cosecharás desilusiones”, es un consejo que repetís. ¿Tenés miedo a decepcionar en la cama? ¿Te jugó en contra tu profesión?
-No, estoy muy consciente de lo que genero, entonces evito situaciones en las que hay una expectativa sembrada. Porque tengo claro que voy a desilusionar y no quiero estar en esa posición. Además, no me seduce como mujer el encuentro con una persona con esa expectativa o que se asuste por quién soy profesionalmente. Yo necesito una persona que me vea a mí y vea a la mujer, no que esté pensando quién soy profesionalmente. A mí me apaga.
-¿Y te pasa seguido de percibir esa visión del hombre que no diferencia a la mujer de la especialista?
-En mi vida real en Puerto Rico no tanto, porque no salen mis programas. Tengo una vida muy anónima en casa, pero en la Argentina lo siento mucho más, así que mantengo una determinada distancia porque no me seduce eso.
-Hablando de la Argentina, me llamó la atención que justamente cuando hablás de infidelidad en tu libro, puntualizás con un ejemplo de este país. ¿Los hombres y mujeres argentinos son los más infieles de Latinoamérica?
-No, no creo que sean más infieles, pero sí son de los más preguntones y abiertos a discutir el tema del sexo. Destaco mucho la sociedad argentina a diferencia del resto de los países de América Latina, son por mucho los que más se animan a preguntar, los más directos. Aquí te tiran las preguntas de una que se destaca del resto. Leen, cuestionan, discuten y creo que eso los ha llevado a ser un país precursor en cambios sociales. La discusión está vigente y termina siendo un gran ejemplo para otros países de la región.
"La insatisfacción de las mujeres tiene que ver con la mala definición de sexo que tenemos como sociedad, que definimos todo como penetración pene-vagina. Lo que muchas veces se considera como frigidez, pasa más bien por una falla mecánica, de apuntar al lugar equivocado".
La discusión pública de la que habla Alessandra -y que siempre gana nuestras calles- convirtió en 2010 a la Argentina en el segundo país de toda América en permitir el casamiento entre personas del mismo sexo en su territorio nacional, después de Canadá. La lucha hoy encuentra al amplio movimiento feminista enfrentando una nueva batalla. El 13 de junio pasado, cientos de miles de mujeres y hombres se manifestaron a favor del aborto legal, seguro y gratuito, y ganaron las calles de las inmediaciones del Congreso. En un desenlace vibrante tras una maratónica sesión de 22 horas, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de Ley de interrupción voluntaria del embarazo.
A horas del tratamiento de la iniciativa en el Senado de la Nación, Alessandra trajo al presente el amargo recuerdo de cuando debió acompañar a una amiga a realizarse un aborto. Con tono grave, la sexóloga brindó su visión particular sobre el tema y defendió la ampliación de derechos de la mujer.
-Te has manifestado a favor de la legalización del aborto y en tu libro hablás también de la pastilla del día después. ¿Tuviste una experiencia personal?
-No me ha tocado vivirlo personalmente, pero sí he tenido que acompañar a personas cercanas que han tenido la experiencia. Y tengo el conocimiento de primera mano de lo difícil que es tomar la determinación. Yo no conozco literalmente a nadie que se haya despertado un día diciendo ‘qué lindo día para ir a abortar’. No, eso no existe, es una situación penosa y dolorosa. Estoy a favor de que sea libre, seguro y gratuito simplemente porque la mujer tiene que poder decidir sobre sus derechos reproductivos. Punto. No pasa por si yo lo viví personalmente. No importa eso, si el día de mañana me tocara vivirlo, yo quiero ser la que elija por mí. Para bien o para mal, es mi vida, mi cuerpo. El hecho de que yo me exprese sexualmente de manera libre como mujer adulta no quiere decir que esté presa por mis decisiones por el resto de mi vida. Es importante que seamos las mujeres quienes tomamos esa determinación. Y que quienes no toman esa decisión, sepan respetar el derecho de otras mujeres. Además, es súper importante la salubridad, la protección y la seguridad de las mujeres cuando están en esa situación.
Cámara y edición de videos: Leandro Bevilacqua