A los 74 años de edad, falleció el distinguido cineasta Leonardo Favio. El director que marcó un hito en el cine nacional con films como Nazareno Cruz y el lobo, Crónica de un niño solo y El romance del Aniceto y la Francisca se llamaba en realidad Fuad Jorge Jury, pero cambió su nombre por cuestiones artísticas.
“El sueño de todos es permanecer, pero uno muere cuando se escapa de la memoria de la gente. Mi obsesión es que me recuerden bien en esa momentánea memoria que haya de mí", había dicho Leonardo en una entrevista.
En los últimos cuatro años la salud del hombre nacido en Mendoza se deterioró de forma progresiva, hasta este trágico desenlace.
Durante una entrevista para la revista de cultura Ñ, el artista que también incursionó como músico y actor, reflexionó sobre la muerte: “El sueño de todos es permanecer, pero uno muere cuando se escapa de la memoria de la gente. Mi obsesión es que me recuerden bien en esa momentánea memoria que haya de mí. Yo había incorporado la idea de la muerte a mi vida como algo legitimo y bello, pero a medida que se acerca cuido el cuerpo, el artefacto que nos queda, me voy despidiendo de ese cuadrito en la pared, que pena no verlo más, pero esto es solo una fracción de película acelerada, y uno comienza a preocuparse más por lo que puede haber del otro lado".
Y describió su idea sobre el más allá: "Tal vez la eternidad sea despertar de una siesta bien dormida con los ojos entregados al asombro, por ahora somos la molécula de una hormiga y menos que eso. Soy profundamente religioso, casi místico, puedo gozar de la soledad como un don, un regalo de Dios que me permite estar conmigo”.