Almeyda: "Sofía, mi hija mayor, fue la más directa. La llevamos a hacerse un psicodiagnóstico y cuando le llegó el turno de dibujar a la familia, hizo a su madre como una reina, a sus hermanas como princesas... Y a mí como un león viejo, enfermo, triste. Ahí me cayó la ficha y empecé a hacer terapia".
Hace algunos años Matías Almeyda (38), aquel carilindo jugador que llegó a destacarse en la Selección Argentina, ya convertido en hombre y retirado del fútbol, sufrió una profunda depresión.
A su lado, incondicional, estaba Luciana García Pena (34). Ella, su mujer, lo había conocido cuando ambos eran niños, en River. Luego, las vueltas de la vida los volvieron a reunir, nada más y nada menos que en París.
Almeyda era el volante central titular indiscutido de aquel equipo nacional comandado por Daniel Passarella, que disputó el mundial Francia '98. Luciana era modelo y cronista de Teleshow, un programa de entretenimientos de Canal 13 conducido por Marley. El destino los unió y ella no dejó pasar la oportunidad: "Te amo", le gritó mientras él viajaba en micro junto a sus compañeros (ver video). La reacción del futbolista fue llamarla, pero a ella no le gustó nada enterarse que él estaba casado. Poquito tiempo después, se separó y ahí sí, comenzó su relación, hace 14 años.
"Ese momento (el de la depresión) fue uno de los más difíciles de mi vida, lo sufrí por ser un egoísta", revela el actual DT de River en la. "Pasé de la hiperactividad a la inactividad absoluta. ¡Todos los días parecían domingos! Así me fui alejando de todos, incluso de mi familia", añade Almeyda.
Luciana, madre de las tres hijas (Sofía, de 11; Azul, de 9; y Serena, de 6) del actual técnico, da su visión de la situación: "Fueron cuatro años heavy. Trataba de ayudarlo con las chicas, para que ellas no se dieran cuenta de lo mal que estaba su papá. Estaba todo el día durmiendo, pero cuando volvían del colegio yo me ocupaba de despertarlo para que ellas lo vieran bien. Estaba segura de que iba a ser transitorio".
Luciana: "Fueron cuatro años heavy. Trataba de ayudarlo con las chicas, para que ellas no se dieran cuenta de lo mal que estaba su papá. Estaba todo el día durmiendo, pero cuando volvían del colegio yo me ocupaba de despertarlo para que ellas lo vieran bien".
Almeyda, por su parte, cuenta cuándo hizo el clic: "Sofía, mi hija mayor, fue la más directa. La llevamos a hacerse un psicodiagnóstico y cuando le llegó el turno de dibujar a la familia, hizo a su madre como una reina, a sus hermanas como princesas... Y a mí como un león viejo, enfermo, triste. Ahí me cayó la ficha y empecé a hacer terapia".
Como bien presintió Luciana, la depresión fue profunda pero transitoria. A los 35 años, Almeyda volvió a jugar al fútbol: "Se rieron todos. Pero volví y demostré que todavía estaba para jugar", revela él. Luego se hizo cargo (un poco forzado por la situación) de la dirección técnica de River, tras el penoso descenso a la B Nacional, y logró ascender al equipo en un año. Ahora, en esta segunda parte de 2012, por primera vez lo dirige en Primera.
Mirá las fotos de la familia de Matías Almeyda y Luciana García Pena en su preciosa casa de Nordelta.