Chang Sung Kim nació en 1960 en Corea. A sus 7 años, viajó en un barco carguero con su padre, su madre y sus tres hermanos hacia la Argentina, sin saber una palabra de castellano. Aquí, descubrió el color y la música del barrio del Bajo Flores, su mentalidad hizo un giro tangencial y, a los 35 años, se la jugó: dejó todo para convertirse en actor. Y vaya si lo logró...
En este 2012, con 45 años de paso firme en nuestro país, la rompe noche a noche con su querible personaje de Walter, "el chino" de Graduados.
Lejos de sus primeros papeles en cine y TV -como dueño de supermercados o de oriental corto de palabras-, Chang hoy explota todo su potencial, aprendido a base de obras de Shakespeare y Chéjov, en la tira éxito de Telefe. Habla de su vida, su profesión y su historia -verdaderamente de película- en esta entrevista exclusiva para Ciudad.com.
- ¿Cómo vivís el éxito de Graduados y el tuyo personal?
- ¡Feliz! Sinceramente, aparte del éxito en números y el cariño de la gente, pasa una cosa increíble con la comedia. Se me acercan con cariño y con afecto, y me dicen "gracias por hacerme reir". Somos actores, nos gusta entretener. Pero a veces te preguntás si te lo merecés y es ahí donde redoblamos la apuesta. La verdad es que estamos felices, el grupo de trabajo también, vamos contentos todos los días a trabajar. Sucede cada tanto un éxito como este, así que lo disfrutamos.
“Se me acerca el público y me dice 'gracias por hacerme reir'. Me siguen sorprendiendo los más chiquitos, los de 5, 6 ó 7 años, repiten frases como ‘mi señor’”.
- ¿Cómo ves la repercusión de Walter, tu personaje? ¿Qué tipo de público te sigue?
- Me llama la atención la repercusión en los chicos. Tengo una nena de 8 años y me doy cuenta cómo responden y son fanáticos del programa. Mueren por Tuca (Mex Urtizberea), por Martincito (Gastón Soffritti). Por Walter ni hablar... repiten frases como “mi señor”. Esto de que sea para toda la familia, hace que abarquemos a todos. Igualmente, me siguen sorprendiendo los más chiquitos, los de 5, 6 ó 7 años.
- ¿Cómo fue desarrollar la elección sexual de tu personaje?
- Sinceramente, cuando me ofrecieron el personaje, pensé me van a gritar “puto” en la calle y jamás me gritaron nada, jamás me señalaron de esa forma. Para mí no es un tema. No pongo el acento en ningún lado. Walter es gay, pero también tiene un montón de otras cosas más, otras cualidades del personaje que le han ganado a su condición.
- ¿Qué es lo que más te gusta de Walter?
- ¡Lo que me divierto! Yo dije "lo voy a hacer alegre, chispeante, siempre para arriba". Yo no sabía que gay en inglés significaba alegría e, inconscientemente, agarré esa parte. Además, a mí se me ocurrió que hable así. Venía haciendo personajes, por mi condición de oriental, con mucho supermercado. No me preocupaba y me pedían que hablara mal y parte de esa dificultad era el chiste. Había agotado el tema con eso. Entonces fue un alivio que no me pidieran que hablara mal. En la primera reunión, el año pasado, yo ya iba pensando que iba a proponer que hable como argentino. Y Sebas, porque ahora llamo así a Sebastián Ortega (ríe), me dijo que no había problema y que hable como se me cante. Yo soy de barrio, me gusta ese lenguaje. Sinceramente hice mucho esfuerzo para no parecer extranjero, más allá de mi cara. Por suerte, gustó mucho desde el primer momento.
“Cuando me ofrecieron el personaje, pensé me van a gritar ‘puto’ y jamás me gritaron nada, jamás me señalaron de esa forma, para mí no es un tema. Walter es gay pero también tiene un montón de otras cosas más, otras cualidades del personaje que le han ganado a su condición”.
- Decís que sos de barrio, llegaste a los 7 años a la Argentina, contanos un poco más de tu historia personal...
- Vine a los 7 años de Corea, en 1967. Venir a la Argentina era como venir a Marte. Sin saber el idioma, fue difícil, más para mis viejos. Uno es chico, juega. Mis viejos la pasaron mal, éramos campesinos allá, veníamos de vivir muchas guerras. Al llegar nos radicamos en Cobo y Curapaligüe, en Capital, en el Bajo Flores; era un barrio hermoso, de trabajadores.
- ¿Cómo recordás esa época?
- El recuerdo que tengo cuando llegué era muy colorido, los fines de semana había música. Yo venía de un lugar muy trágico, de guerras y exilios. Mi viejo estuvo tres años en una guerra, era muy duro. En mi casa se respiraba una cosa como de sacrificio, no había resquicio para el placer. Yo veía que la gente en ese barrio los viernes a las seis de la tarde empezaba con el cuarteto y el humito del asado, y no terminaba hasta el domingo a la noche, sin parar. No es exagerado, así era. Mucho baile, gente cantando, chupando (sic), comiendo. Y me encantaba, ¡yo quería ser como ellos! Hoy, finalmente vivo como esa gente: con el fernet, el asado, el placer de vivir con poco y no lamentarme. Nadie me lo enseñó, solamente lo observé.
- ¿Cómo fue la decisión de ser actor a los 35 años?
- Si hubiese dicho de chico que quería ser actor, ¡me deportaban! Mi familia se hubiese reído de mí. Y parte de razón hubiesen tenido. Ya pasé los 50 y arranqué a los 35 años, ya había dado una vueltita en mi vida. Estaba tironeado entre el hacer y el querer hacer. Ni siquiera me lo cuestioné. Fabricaba ropa, tenía un taller de bordado, me iba bien pero no estaba feliz. Todo cambió cuando tuve golpes, tipo separaciones, yo tenía la idea del matrimonio para siempre, por mis viejos. Ya de grande dije "voy a hacer lo que se me canta a mí. Ya pagué el derecho de piso". A los 35 ya tenía una familia, un hijo, pero se me fueron los temores de poder mantenerlos y pensé "comer van a comer y educación van a tener". Ahí fue cuando dejé todo y me empecé a dedicar a la actuación a tiempo completo. Me empecé a sentir pleno, con altibajos, claro. Es durísimo. Lamentablemente, sólo el 10 por ciento de los actores pueden vivir de este trabajo, es muy difícil. Pero con la historia que yo tengo ni se me ocurría pensar "qué difícil esto". Lo único que cambié es la alegría, no soy trágico.
- ¿Cómo está compuesta tu familia?
- Tengo un hijo de 30 años de mi primer matrimonio y del segundo tengo una nena de 8 y una beba de 1 año y 9 meses. Mi mujer, Clarisa Waldman, es actriz y por ahora dejó para criar a las nenas. Yo la conocí cuando fui a ver la obra Tute Cabrero, de Roberto Cossa y ella estaba en el escenario. Me encantan los actores y ella tenía luz. Se reía mucho y llenaba todo el teatro con su risa. Conoce el paño y en estos últimos tiempos que me decidí a pelearla ella me bancó. Más de una vez paró la olla ella, así de simple te lo digo.
- Ahora te está yendo muy bien a vos, ¿cómo planeás los próximos trabajos?
- Yo ya hablé con la gente de Underground (la productora de Sebastián Ortega) para el año que viene, ellos me ofrecieron y ni lo dudé. Es una comedia, familiar, no tengo mucha idea, para ocupar el mismo horario en Telefe, me encanta la comedia, instalarme en la comedia, soy bueno en la comedia, lo descubrí ahora, aunque estudiando he hecho mucho Shakespeare, Chéjov, veíamos mucho a Discépolo. Nosotros (los argentinos) somos grotescos y me encanta esa parte.
- Te sentís totalmente identificado con la Argentina, pero todavía no pudiste obtener tu DNI...
- ¡Es verdad! No tengo DNI argentino, ahora sé que es más fácil. Antes era muy difícil, me pedían el nombre del barco carguero en el que había venido, me hicieron ir tantas veces y siempre faltaba algo, así que me cansé. Incluso estaba casado legalmente con una argentina, tuve un hijo argentino... Sé que ahora es mucho más fácil y en cualquier momento me lo hago.
“Ya pasé los 50 y arranqué a actuar a los 35 años, ya había dado una vueltita en mi vida. Estaba tironeado entre el hacer y querer hacer. Ni siquiera me lo cuestioné".
- Volviendo a tu personaje, ¿qué se viene en la vida de Walter en Graduados?
- Mucha info no tenemos porque casi vamos a la par. Lo que sí sabemos es que de acá en adelante comienzan a resolverse los temas. Walter está más exasperado, se le está acabando la paciencia al chino... Yo les aviso eso nada más...
- ¿Cómo ves la relación que tiene con Clemente (Juan Leyrado)? ¿Es un amor platónico?
- Más que enamoramiento, es devoción, Walter es el perro de Clemente. Lo va a defender, va a dejar que lo trate mal incluso y siempre va a estar ahí, como un perro fiel. En un principio la relación estaba basada en la de Mr. Burns y Smithers (de Los Simpsons), pero después vimos que Clemente no es Burns ni Walter, Smithers. Por ejemplo, Walter no le teme a Clemente, mataría y moriría por Clemente, pero jamás tendría temor. Además, después fueron surgiendo más ideas y el actor tiene que hacer su propia propuesta, sumada a la idea primaria. ¡Yo mismo voy descubriendo el personaje capítulo a capítulo!