Quién mejor que Sir Paul McCartney para coronar la fabulosa ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos Londres 2012. El Caballero de la Orden del Imperio Británico cerró haciendo delirar a las más de 60.000 personas presentes en el estadio con un hit de Los Beatles . Y como no podía ser de otra forma, Argentina tuvo el orgullo de que Daniel Barenboim trasladara la bandera olímpica.
A pesar del genio indiscutido de John Lennon, Paul siempre fue considerado el más creativo y talentoso entre los cuatro de Liverpool. Por eso, era el artista indicado para cerrar con una emocionante interpretación de Hey Jude, el clásico que trascendió y se convirtió en un himno.
McCartney gozó del privilegio de ser amigo personal de la Reina Isabel II. Sin embargo, hubo otro músico que tuvo un honor aún más meritorio. Fue nada menos que el argentino Barenboim, el director de orquestas de argentino que brinda cátedras de arte y paz con su mensaje de unidad entre palestinos e israelíes, a través de sus conciertos.
Para tener cabal dimensión del mérito que significó la labor del eterno candidato al premio Nobel, sólo hay que decir que compartió el pabellón con el Secretario General de las Naciones Unidas, el surcoreano Ban Ki-moon.
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