Todos lo recuerdan como Paolo, el rockero, aquel simpático personaje que irrumpió en la televisión a mediados de la década del ochenta y que llegó a trabajar con personalidades como Juan Carlos Mesa, Juan Alberto Badía, y Silvio Soldán (en su mítico Feliz Domingo), entre otros artistas.
Pero atrás de las máscaras se escondía Jorge Montejo, un comediante de Tandil que vivió lo mejor de la fama y también su contracara, al pasar por una profunda depresión que lo llevó al consumo de cocaína y a dos internaciones por adicción.
En la década del noventa, después de pasar por el programa El Gordo y el Flaco y alcanzar un muy buen pasar económico, Montejo vivió una gran desilusión amorosa que derivó en el consumo de drogas. “Hasta ese momento yo no quería saber nada con la cocaína porque sabía que era destructiva. Pero me sentí tan mal, estaba tan triste, que pensé que tomando algo de eso se me iba a pasar. Un día probé y no paré más”, contó en una entrevista de la .
Su adicción le hizo perder su trabajo, su dinero y su salud, por lo que terminó internado en un neuropsiquiátrico: “Estuve tres meses internado. Fue muy duro. Gracias a una atención psiquiátrica y un excelente tratamiento pude salir de las drogas y recuperar mi vida”, confesó.
Si bien en 2003 tuvo una recaída, el comediante se fue a vivir a Tandil y siguió con sus shows que aún mantiene. Sin embargo, tuvo que afrontar otro revés de su carrera, luego de que Baby Etchecopar dijera por Radio 10 que había muerto. "Cuando hacía un show la gente pensaba que yo era un doble, porque 'Paolo, el rockero, había muerto'", contó.
Montejo también superó ese obstáculo y ahora sigue luchando para estar bien, junto a la compañía de su hijo, con quien comparte muchas cosas de la vida.
Otra oportunidad para Paolo. El rockero. Y sobre todo, el hombre detrás del personaje.