Con la misma intensidad que se amaron durante 22 años, Jorge Rial y Silvia D’Auro se pelean en lo que promete ser uno de los divorcios más escandalosos de la farándula desde el emblemático caso de Susana Gimémez y Huberto Roviralta. La ex mujer del Intruso habló con la y se defendió de las acusaciones de su ex esposo, actualmente en pareja con Mariana “Loly” Antoniale, quien -en diálogo con Ciudad.com- se había referido con ironía a los supuestamente excesivos gastos de la empresaria, quien en dos visitas al exclusivo local de modas Hermes, habría desembolsado alrededor de 100.000 pesos con la tarjeta que comparten... o que compartían.
“Tuve que pagar en efectivo, porque Jorge me bloqueó la extensión de la tarjeta. Pero el dinero que gasté pertenece al 50 por ciento que me corresponde. Sigo casada con él, y legalmente es mi plata”, argumentó con picardía Silvia, luego de pasar por tercera vez en pocos días por el local ubicado sobre la Avenida Alvear, como grafica la tapa de la revista.
Además, la ex mujer del conductor denunció a Rial: “Se había comprometido a pagar la cuota por alimentos y hacerse cargo de la indumentaria, la prepaga y otras cosas, pero no ha cumplido”. D’Auro incluso reveló una dolorosa traición familiar: “Se llevó a mi hermana Raquel a trabajar con él. Es duro porque es mi sangre, pero me reservo la opinión sobre ella”.
Con mucha ironía, la rubia le devolvió el golpe respecto a la excentricidad en los dispendios al conductor: “Hace unos días, mis abogados le dijeron a sus abogados, al ver que compró más de cien pares de zapatillas, si era un ciempiés, que necesita tanto calzado”.
Como si fuera poco, Silvia D’Auro incluso traladó a Twitter el campo de batalla, desde donde suele descargar munición gruesa: “Tengo más de 21 mil seguidores y me siento apoyada por ellos”. Para dirimir sus diferencias en Tribunales, Rial contrató al estudio de los hermanos Cuneo Libarona y D'Auro a Eduardo Sande, quien patrocinó a Claudia Villafañe, la ex de Diego Maradona.
Mientras tanto, el divorcio suma capítulos. Sin cenicerazos de por medio. Pero con un escándalo que crece.