Esta semana nos golpeó fuerte una enfermedad tan temible como tabú: el Flaco Spinetta y el periodista Pichuqui Mendizábal fueron protagonistas de distintas portadas por sufrir cáncer. Mas allá de los detalles de la salud de cada uno, lo más llamativo es esa delgada línea que el ser humano (entre ellos: periodistas y famosos) solemos atravesar a la hora de hablar del dolor ajeno.
El periodista Juan Carlos Mendizábal está internado en el Sanatorio de La Trinidad, luchando contra un cáncer de hígado. "Está con pronóstico reservado desde el 15 de diciembre", explicó María Valenzuela, la madre de sus hijos. En esta ocasión, la noticia fue tratada con sumo respeto por todos los medios.
Ver el deterioro de Spinetta en Caras fue innecesario. Pero no escuché en estos días a ningún integrante de la "secta cool" fustigar las fotos. ¿Tendrán temor de no ser invitados a la isla de la revista?
Pero no fue tan así, en el caso de Luis Alberto Spinetta. Ver el deterioro del músico en Caras fue innecesario. Si bien las fotos son indiscutibles como material periodístico, lo curioso fue la publicación que eligió ponerlas en su tapa. Nunca Spinetta fue "tema" para esa revista, pero su enfermedad parece convertirlo en un "personaje Caras".
"Ponerle un paparazzi a papá, que está muy enfermo, es sádico. Una persona que está luchando con una enfermedad tan terrible como el cáncer necesita tranquilidad, privacidad", escribió su hijo Dante en Twitter. Y añadió: "Caras siempre fue una revista de mie..., pero evidentemente son mala gente, ¿cómo se llama el editor?".
A la cruzada en la red social, se sumó Andrés Calamaro, diciendo que el dueño de la editorial fue "colaboracionista de la dictadura", y además apoyo a Calu Rivero en su polémica con Jorge Rial y Luis Ventura. La actriz había tuiteado sobre el accidente de la familia de Ventura: "¿Las noticias dicen Ventura engualichado? Hay una ley que dice: recibes lo que das. Si estás todo el tiempo hablando de las desgracias de los demás y haciendo un programa más una revista con eso... estás en una frecuencia negativa y todo lo que recibirás será negativo".
Y en estos casos, los de Spinetta y Rivero, se ve claramente cómo reaccionamos todos ante el dolor ajeno. No escuché en estos días a ningún integrante de la "secta cool" fustigar las fotos de Caras, ni denostar los desafortunados 140 caracteres de Calu. ¿Tendrán temor de no ser invitados a la isla de la revista? Ni tampoco, estos seres elevados, se pronunciaron (más allá de Calamaro) sobre las tontas declaraciones de la bella Rivero.
¿Quiénes somos, todos nosotros, para evaluar el dolor ajeno? ¿Cómo opinar con tanto desparpajo en medio de la fragilidad de un paciente o ante un accidente que pudo haber sido trágico? ¿Es necesario o se puede evitar?