Michael Bublé no puede disimular el amor que siente por Luisana Lopilato y durante un show exclusivo para 300 personas que brindó para la bodega Beringer Vineyards, en Napa Valley, California, contó cómo comenzó su historia de amor, cómo es su presente y sus deseos junto a la actriz para el futuro.
“La mejor noche de mi vida la pasé en Argentina, en mi fiesta de casamiento. Algunos piensan que me casé dos veces porque soy el más romántico del mundo, pero repetí la ceremonia en Vancouver para compartir mi felicidad con mis amigos. No tengo nada contra Seal y Heidi Klum, pero no quiero casarme cada año como ellos. Con Luisana pensamos renovar nuestros votos cada cinco años”, confesó Bublé entre canción y canción.
“Tengo tres hogares: Vancouver, Los Angeles y Buenos Aires: quizá cuando nuestros hijos crezcan, Dios quiera que los tengamos, las distancias entre nuestros países parezcan más largas, pero no creo que sea un problema”, añadió el canadiense, según publicó la revista .
Michael también recordó cómo se conocieron: “Cuando la descubrí entre la gente, durante un show en Argentina, me pareció la cosa más linda que había visto en mi vida. Enseguida pensé: ‘No la voy a ver más’. Yo estaba en los camarines con mi abuelo, tomando un poco de más, hasta que un promotor me preguntó si quería conocer a uno de los actores más famosos de Argentina. Dije ‘sí’ y, de repente, Luisana cruzó la puerta… ¡No sabía qué hacer!”.
“Ella estaba con un hombre que parecía Brad Pitt con esteroides (por Rodrigo Guirao Díaz), parecían novios. Me deprimí aún más. Ella no hablaba inglés y yo no hablaba español… Conversé con el actor un rato hasta que me confesó que no eran pareja. ¡Que felicidad! Mientras tanto, Luisana le mandó un mensaje de texto a su madre diciéndole: ‘Conocí a Michael Bublé y es tan gay’. Me costó un par de días convencerla de que no lo era”, relató a su audiencia, al mismo tiempo que se disculpaba por la ausencia de su esposa en ese concierto ya que se quedó en el spa del hotel para hacerse masajes y un tratamiento de vinoterapia. ¡Cosa de divos!