En noviembre pasado, a Juan Albero Badía le diagnosticaron un tumor en el mediastino, la zona del tórax ubicada entre el esternón y la columna vertebral. Comenzó con quimioterapia y siguió con rayos. Ahora, aunque sigue su lucha, su salud está un poco mejor. El conductor eligió a Ciudad.com, junto a muy pocos medios, para hablar del momento más difícil que le tocó atravesar en su vida. Y antes de comenzar con la entrevista, en la que no faltó la emoción y su gran sabiduría, el locutor aseguró: “Yo quería agradecerles a ustedes porque estoy informado y sé con el respeto que han tratado el tema. Además que le han podido comunicar a la gente de un lugar verídico porque sino el público no sabía nada”.
-¿Cómo estás actualmente de salud?
-Bien, todavía saliendo del tratamiento, que lo terminé hace 10 días, y físicamente te cuesta recuperarte porque hay mucho residual todavía. No es que terminás con el tratamiento y se acabó. El médico ya me había dicho que eran dos meses más y que dentro de este tiempo yo iba a tener esta cuestión irregular, mucho cansancio y no poder comer bien.
-Hay que esperar dos meses, ¿Cómo sigue el tratamiento después de eso?
-Puedo hacerme nuevamente los chequeos, que no se pueden hacer ahora porque todavía está todo muy confundido ahí adentro. Los estudios que me vengo haciendo son súper positivos. Y eso es como ganar cada domingo: para el próximo partido te da mucha felicidad. Te da más fuerzas.
-¿Qué fue lo primero que sentiste cuando te enteraste que tenías esta enfermedad?
-Lo primero que me pregunte fue ‘¿Por qué a mí?’ y menos mal que rápidamente me respondí ‘¿Por qué no?’. Lo que pasa es que no hay antecedentes en mi familia de tumores ni de cáncer, entonces yo estaba un poco creído que podían ser otras cosas y que esto no me iba a tocar. Después que me lo dijeron, fue fuerte porque estaba muy crecido, muy avanzado. Yo hacía diez años que no me hacía ningún chequeo, mi salud estaba bárbara, por eso no tenía necesidad de ir al médico… pero bueno, no estaba tan bárbara.
-¿Cómo te lo descubrieron?
-Fue por casualidad porque me fui a hacer una radiografía por un broncoespasmo. Y menos mal porque estaba enorme. El primer diagnóstico fue duro porque había que ver cómo se podía resolver el tema. Pensé cómo enfrentarlo y apareció en mí un ser nuevo, con mucha fuerza, disciplina y muy positivo, a pesar de que esto está relacionado a la muerte. Por suerte, la ciencia avanzó mucho y ahora hay más posibilidades. Me importa trasladar a la gente que pasa algo parecido esta esperanza.
Lo primero que me pregunte fue ‘¿Por qué a mí?’ y menos mal que rápidamente me respondí ‘¿Por qué no?’.
-Eso es lo que se vio desde un principio: la lucha constante, ¿Tuviste miedo?
-No bajé la cabeza, no me quedé renegando. Si tuve miedo, fue muy al principio y por lo inesperado. No tuve miedo porque, como me dijo (Jorge) Bucay que se vino de España ni bien se enteró, que es amigo y en una época fue mi terapeuta: ‘A vos te están preguntando, te están dando una chance’. Y me aferré a esa chance, sabiendo que nadie te garantiza el resultado. Pensé mucho en la muerte, sí claro; en qué momento me toma, qué hice y qué no, pensé en mi familia, en mis hijos y mis amigos. Reaccionaron todos con mucho amor, y esa energía te da fuerza. Otra cosa que me ayudó muchísimo fue mi vocación. Cuando llegué de la primera quimio y todo imaginaron que iba derecho a la cama, lo agarré a mi hijo del hombro y le dije ‘Vení Agustín que tengo que decirte algo, ¿ves este depósito que está acá? Vamos a sacar todas las cosas, lo pintamos y lo transformamos en una radio’. Estuvimos ese día hasta las 4 de la mañana sacando todo. Me agarró por ese lado. A partir de ahí, hubo situaciones muy duras del día que no podés ni arrastrarte y yo me iba al estudio para digitalizar los audios. Eso me hizo bien.
-Fue una una "terapia", ¿no?
-Sí, el médico me avisó ‘Te voy a dar con todo, vamos hasta dónde aguantes’, pero también me dijo ‘Juan, sos un paciente lleno de amor y me ayudás mucho’. Estoy seguro que, para la ciencia, el hecho que uno no baje lo brazos y no se entregue, ayuda.
-Sos un ejemplo de vida para mucha gente. ¿Sos conciente de eso?
-No... Si fuese un ejemplo de vida, tendría que haber dejar de fumar mucho antes. Uno hace lo que puede. Hoy he cosechado muchísimo más de lo que sembré, no sólo de mis colegas sino del público. Tengo un santuario en casa con cosas que me han hecho llegar, es maravilloso. No quiero ser un ejemplo de vida, pero sí transmitir esta esperanza. No hay que bajar la cabeza, hay que lucharla. Finalmente no será hoy, pero yo estoy más cerca de la muerte que del nacimiento. Por suerte a mí me dieron la chance para poder pelear y esto es lo que hice, y la estoy ganando. La vamos a tener bajo control y (el cáncer) ya no es aquel de noviembre, que era tan voraz y daba tan pocas chances.
Si fuese un ejemplo de vida, tendría que haber dejado de fumar mucho antes. Uno hace lo que puede.
-¿Ya estás con tu radio, la JAB online?
-Sí, la radio ya la subí a Internet y este miércoles va a estar la página completa. Uno de estos días, cuando me sienta un poco más estable, voy a hacer la inauguración yo en vivo, desde casa.
-¿Tuviste días o momentos de tristeza y de llanto que te hicieron caer?
-Sí, claro. Hhay etapas que son tan irregulares. Te levantas y te sentís bien y a los 15 minutos sentís como una paliza y terminás tirado en la cama. Depresión, nunca; tristeza, sí; y lloré mucho porque me puso muy sensible. Ahora mismo me estoy emocionando... Yo no era un practicante religioso, pero me aferré a esas cosas, que me llegaron al corazón. La primera que apareció fue la virgencita de Fátima y alrededor de ella se construyó un santuario. Cada vez que paso por ahí, rezo. Hay algo que me dice ‘quedate’.
No tuve nunca depresión; tristeza, sí; y lloré mucho porque me puso muy sensible.
-¿Tenés pensado ir a la entrega de los Martín Fierro?
-Lo voy a decidir ese día. Esto aparece en un momento muy especial. Con que sólo me hayan considerado, ya estoy agradecido. Me hace dudar si estoy preparado para la presión de tanto cariño. No por el hecho de mostrarme en público, auqnue algo tendrá que ver que uno esté pelado, ¡pero no sabés cómo está creciendo el pelo! Y proporcionalmente crece el alma.