Después de estar internado en estado crítico con serio riesgo de vida, Luciano Pereyra confiesa que tuvo, entre otras cosas, mucho miedo de no volver a cantar.
"Tenía drenajes y tubos por todos lados. Pasaba las noches con fiebre rogándole a la enfermera que me diera morfina. Todavía me tira la herida. Hoy tengo una cicatriz de unos diez centímetros desde la boca del esternón hasta el ombligo" confiesa Luciano, sin dejar de esta convencido de que la cosa podría haber terminado peor. De hecho en algún momento, recuerda, le pidió a Dios que no lo dejara despertar.
Y hoy, ya recuperado, se refiere a aquellos que mal informaron sobre su estado de salud: "Se dijo que tenía cáncer, fue preocupante. Siento que a algunos les divierte generar mala información apelando al morbo".
(Revista Gente)