La mirada penetrante, los labios apretados, una media sonrisa irónica, la violencia contenida, la parada imponente. Oscar Ferreiro supo contar el mal con todo el cuerpo, y siempre dijo que era lo que más le divertía. Reconocido actor de TV, cine y teatro, con más de 40 años de trayectoria, Ferreiro murió el martes a los 63 años, en el Hospital Italiano.
Tenía dos hijos, Dardo (23) y Diego (36). Y una nieta de 2 años, Malena (hija de Diego). Según explicó ayer a Clarín su mujer, la guionista Ana Franco, se había internado para hacerse una serie de exámenes, porque no se sentía bien. "Murió de muerte súbita. No tenía una enfermedad terminal ni estaba en tratamiento -aclaró-. Era un hombre saludable, que se cuidaba, que hacía sus caminatas diarias. Ultimamente no se sentía bien, era hipertenso, y había empezado a hacerse algunos estudios, nada más". Franco -quien fue su pareja durante los últimos 12 años- contó, además, que el actor "tenía proyectos, iba a hacer una película y a debutar como director teatral".
Si bien había participado en una docena de telenovelas, películas y obras de teatro desde la década del 70 -debutó como galán en títulos de Nené Cascallar como Cuatro hombres para Eva y El amor tiene cara de mujer-, la popularidad le llegó en 1997, de la mano de Luciano Salerno, el memorable villano que compuso en la tira Ricos y famosos (Canal 9), protagonizada por Natalia Oreiro y Diego Ramos. Desde entonces, no hubo un malvado en la pantalla que le hiciera sombra. Pero no le preocupaba el encasillamiento, al contrario. "Hitchcock decía que el melodrama es tan eficiente como eficiente es el retrato del malo. El malo siempre es el motor de la historia, el oscuro, el que se pone loco, el que traiciona, al que le pasan cosas. Me siento muy bien recreando a estos seres", dijo en una nota reciente.
Después de Salerno, Ferreiro compuso a otro "duro" de antología: el policía Mario Falcone de 22, el loco, la tira de Pol-ka protagonizada por Adrián Suar. Pero si de villanos se trata, el personaje que reunió todas sus posibilidades expresivas fue, sin duda, Alberto Lombardo, el malo que compuso en Montecristo (2006). En la exitosa tira de Telefé, protagonizada por Pablo Echarri y Paola Krum, Ferreiro interpretaba a un médico que había servido a la última dictadura militar atendiendo partos de desaparecidas y entregando bebés. Junto a Roberto Carnaghi y a Joaquín Furriel, encaró uno de los personajes más comprometidos de los últimos años.
Además de sus trabajos en TV (en incontables tiras y unitarios, como María de nadie, Dos para una mentira, Hombres de ley, Alta comedia, El precio del poder, Botines, Epitafios) Ferreiro hizo una docena de películas, la más recordada, Tiempo de valientes (2005), de Damián Szifron. Y de obras de teatro, como La muerte de un viajante, Un enemigo del pueblo, o El deseo bajo los olmos (2007), de Eugene O Neill, donde lo dirigió Raúl Serrano.