De la monotonía de Gary, una pequeña ciudad de Indiana, en la que nació el 29 de agosto de 1958, a la venta de cientos de millones de discos. De la infancia entre nueve hermanos, al cuidado de papá Joseph Joe Walter y mamá Katherine Scruse a los juicios por abuso de menores. De los años de niño prodigio de la Motown, compañía emblemática de la música negra, a ser objeto de estudio de un congreso científico en Connecticut.
De un extremo al otro, los cincuenta años que vivió Michael Jackson muestran una línea de quiebre en su vida, que la arbitrariedad puede trazar, con razón, en el año 2000. Con los honores de haber sido elegido Artista Pop del milenio que terminaba, la nueva era lo recibía con una compañía que le soltaría la mano apenas editado su álbum Invincible, y lo sometía a un raid que lo subió, en los últimos tiempos, muchas más veces a estrados judiciales y tarimas de programas amarillistas de televisión que a los escenarios.
La decisión, de Joseph padre, en 1961, de relegar su trabajo en un taller metalúrgico para crear una banda junto a cuatro de sus hijos le abrió a Michael una puerta temprana a la industria de la música cuando, con apenas cinco años, reemplazó a su hermano Jemaine como vocalista de los Ripple & Waves, que agregaron el Plus Michael a su nombre, para convertirse poco después en The Jackson Five.
De ahí en adelante, contratados por Barry Gordy y patrocinados por Diana Ross, la carrera ascendente ganó cada vez más velocidad. Para 1971 llevaban grabados seis discos y Michael, en los inicios de su adolescencia, grababa su primer single, Got To Be There, que le daría nombre a su primer LP, editado al año siguiente. Enseguida llegó Ben, su segundo álbum y, en menos de un año, publicaría Music & Me, en coincidencia con un nuevo lanzamiento de los Jackson Five.
La etapa Motown culminó en malos términos. Y, aunque el pase a Epic no les brindó la libertad que pensaban encontrar allí para crear, los hermanos Jackson accedieron a ser parte de los festejos de los 50 años de la Reina de Inglaterra y, poco más tarde, en 1978, la preparación de la remake de El mago de Oz, puso a Michael en contacto con el productor Quincy Jones.
Con el talento y el oficio de Jones a su servicio, Off the Wall (1979) fue, para el séptimo de los Jackson, el punto de partida hacia dos décadas en las que marcaría, en gran medida, el rumbo del pop. Extinguida la discomanía de Fiebre de sábado por la noche y Gracias a Dios es viernes, la construcción de un soul menos críptico y más bailable que el de la tribu Motown, sumados a una puesta en escena que redoblaría su apuesta con Thriller, en 1982.
El nuevo disco de quien se encaminaba a ser el Rey del Pop, título con que lo coronaría la actriz Elizabeth Taylor, quien se transformaría en su incondicional amiga y defensora, incorporaba el videoclip como una herramienta esencial, con altísimos costos de producción y coreografías memorables. Con unas 109 millones de copias, Thriller se convirtió en el disco más vendido de la historia, con ocho Grammy obtenidos en una noche y unos 150 Discos de Oro, Jackson alcanzó la cumbre mundial de la música popular.
Su exposición mediática en combinación con un seleccionado de cantantes de rock y pop subidos a una grada para grabar We Are the World, en el marco de la producción USA for Africa, reunió, en 1985, millones de dólares que fueron destinados a la ayuda de la población de Africa, especialmente en Etiopía.
Paralelamente, la piel de Jackson comenzaba a aclararse, su cabello enrulado a alisarse, y su imagen en la tapa de Bad (1987), daba testimonio de un proceso que, en tanto él adjudicaba a una enfermedad llamada vitiligo, otros aseguraban que era resultado de las operaciones a las que se había sometido "porque no le gustaba ser negro". En medio de la vorágine, su vida privada le robaba más espacio a la artística en los medios, en los que los datos de su primera gira mundial, que lo llevó por 15 países, se mezclaron con versiones que aseguraban que dormía en una burbuja de oxígeno y se bañaba con agua mineral. Mientras, la compra de los derechos de 247 canciones de The Beatles hacían crecer su imperio y el enojo de Paul McCartney, con quien había grabado en su álbum Pipes of Peace.
A principios de los 90 el lanzamiento de Dangerous ratificó su vigencia, e incorporó a su repertorio elementos del rock y el rap, combo con el que en 1993 desembarcó, por única vez, en la Argentina, mientras en su país recibía la primera denuncia por pedofilia. Apenas un año antes de su casamiento con la hija de Elvis Presley, Lisa Marie, con quien permaneció pocos meses en pareja. Un par de años después, volvió a casarse, con la enfermera Debbie Rowe, con quien tuvo dos de sus tres hijos.
El mismo año, la aparición de History: Past, Present and Future presentó por primera vez una retrospectiva de su obra, recurso que se repetiría en varias ocasiones, a la sombra de Blood On The Dance Floor (1997) e Invincible (2001), sus últimas dos producciones con canciones originales, cuyos números estuvieron lejos de los que solía exhibir en el pasado tras cada lanzamiento. Para peor, casi en coincidencia con la celebración de sus 30 años como solista, su compañía lo abandonaba a su propia suerte.
Desde entonces, entre refritos de su discografía y el relanzamiento de Thriller, su rostro, más de una vez oculto tras barbijos, sombreros o velos, denunciaba una transformación que se tornaba deformación a medida que acumulaba cargos por abuso de menores y quiebras financieras que, entre otras cosas, lo obligaron a entregar su catálogo de canciones a cambio de un préstamo de 270 millones de dólares.
Libre de culpa y cargo, después de tantos o más juicios que cirugías, Jackson se había propuesto terminar la década del siglo haciendo música, y ensayaba de cara a la serie de 50 conciertos que debían comenzar en menos de un mes, en el 02 Arena londinense, con las entradas agotadas. Un paro cardíaco, según reportaron los médicos que lo atendieron en la residencia que alquilaba, terminó con su último intento por recuperar el cetro perdido.