Contrariamente a lo que se piensa, luego de la victoria de Argentina ante Nigeria, no está tan feliz como se esperaba.
Y tiene un motivo: las "marcas a presión" de su novia, Verónica Ojeda, de su ex mujer, Claudia Villafañe, y de sus dos hijas, Dalma y Gianinna. " Si bien está feliz con sus presencias, todos le exigen más de la cuenta y terminó por no concentrarse en su tarea de entrenador", contó un allegado.
Y prueba de ello es que, el día que Verónica llegó a Sudáfrica, le dio el día libre a los jugadores para ir a visitarla en la lujosa casa que le había alquilado y pedirle que evite todo tipo de roces con Claudia y sus dos hijas, con quienes no tiene relación alguna.
De hecho, se encargó de comprarles él mismo las entradas a las cuatro en sectores bien distintos del estadio. No obstante, ya se gestó la primera disputa: mientras Verónica afirma que fue ella la encargada de convencer a Diego para que use traje en los partidos, Dalma dice lo contrario: "Las que convencimos a mi viejo para que saliera a la cancha en traje fuimos Gianinna y yo".