En una profunda nota que dio a LAM (el programa que conduce Ángel de Brito por América) Marcela Kloosterboer reveló el lado B de trabajar como actriz cuando era una niña y sorprendió al dar a conocer la fuerte contención que recibió de Nicolás Cabré cuando hicieron una ficción juntos a sus 16 años.
“A mí siempre me resultaba incómodo tener que sacarme la ropa, o hacer escenas de sexo. Me acuerdo que una vez yo recién entraba a Polka y Nico Cabré ya estaba hace un tiempo. Y teníamos que hacer una escena como de la primera vez”, comenzó diciendo Marcela.
“A mí me incomodaba bastante hacer eso y hablé con el director, y Nico saltó y dijo ‘che, yo tampoco la quiero hacer así, así que hagámosla de otra forma porque así no’. Y como que dije, ‘ay, gracias Nico, me salvaste’, y fue un gran compañero”, agregó.
Y cerró, destacando la gran actitud que tuvo su colega en los inicios de su carrera: “Yo tenía 16 años, era chica, así que eso estuvo bueno y me sentí apoyada. La verdad que fue un gesto que estuvo buenísimo”.
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FIRME POSTURA DE MARCELA KLOOSTERBOER SOBRE CÓMO REACCIONARÍA SI SU HIJA LE PIDE ACTUAR
Orgullosa del camino que recorrió desde que comenzó su carrera artística, Marcela Kloosterboer contó que no siempre pasó por momentos agradables y fue contundente al revelar qué haría si Juana (la hija de 7 años que tiene con su esposo, Fernando Sieling, con quien también tiene a Otto, de 4) decide seguir sus mismos pasos desde tan pequeña.
“Empecé a trabajar muy chiquita, a los doce. Siempre lo volvería a elegir, pero a mi hija no la dejaría tan chiquita porque era otra época, más relajada, sobre todo en relación a la imagen, porque las redes sociales de hoy son de muchísima exposición”, remarcó Marcela en Agarrate Catalina, el ciclo radial que conduce Catalina Dlugi por La Once Diez.
“No fue fácil poner los límites al empezar desde tan chiquita. Recuerdo que me pedían en las escenas hot que me saque la remera y me quede en corpiño cuando era chica y recién entré a Pol-Ka”, agregó.
Y cerró: “A mí me costaba poner el límite porque otras compañeras no se sentían incómodas y se sacaban las remeras o hacían escenas de sexo. Pero aprendí a poner el límite porque a mí personalmente me daba pudor, a la fuerza me lo tuvieron que entender”.