Abril es el mes en el que los canales comienzan a jugar fuerte. Los programadores empiezan a bajar sus jugadas y el año televisivo se define, en buena parte, por esos primeros pasos. El Trece eligió que Esperanza Mía salga a dar batalla, en un clima favorable para el canal.
Las mil y una noches, la súper producción turca, cada noche se ubica al tope de los programas más vistos de Argentina. De ahí que la telenovela de Lali Espósito y Mariano Martínez tenga una presión y un impulso extra: estar a la altura de las circunstancias, en el mejor escenario. Pero a diferencia del melodrama importado, Pol-ka pone sus fichas en su capital conocido y en la primera emisión salió airoso.
Como Guapas, pero más cercano en su tono a Solamente vos, Esperanza Mía propone una comedia romántica. Y cumple: la química entre Lali y Mariano fluyó en el primer capítulo y allí parece estar el punto fuerte de la ficción. El magnetismo en una pareja de telenovela es fundamental, y el debut protagónico de ella junto la experiencia de él, le sienta muy bien a esta propuesta que, sin intenciones de ser rupturista, se permite algunas licencias.
Esta es la historia de Julia/Esperanza (Espósito), una joven que debe esconderse en un convento y hacerse pasar por novicia para resguardarse de unos matones que buscan asesinarla. En ese lugar encontrará el amor en el Padre Tomás (Martínez) y lo que sigue -¡suponemos!- es conocido. La tensión entre el deber y el deseo, las luchas del corazón y, por supuesto, como en toda telenovela tradicional, la búsqueda por la identidad, la guerra de buenos y los malos. El lado más innovador, y el que aú no se develó demasiado, es el musical de Esperanza Mía. Esa búsqueda promete marcar la diferencia.
Las cortas apariciones de Gabriela Toscano, Ana María Picchio, Rita Cortese y Carola Reyna fueron suficientes para demostrar su oficio y dejaron con ganas de más. Mientras que Ángela Torres y Natalie Pérez cumplieron su labor con solvencia.
Un arranque auspicioso para Esperanza Mía, que promete y cumple con una comedia blanca para las nueve de la noche. Un soplo de aire cálido, absolutamente necesario en la bulliciosa TV de estos días.