"Conocí a Ana María hace muchísimos años y me dijo que quería desfilar para mí. Y así fue. En el cierre apareció Giunta vestida de novia en color rosa con una cola de casi 10 metros. La gente no entendía y algunos empezaron a reírse. Pero cuando hizo diez pasos la aplaudieron de pie, fue sumamente emocionante".
Ana María Giunta no sólo fue una talentosa actriz de televisión, teatro y cine sino también una valiente, divertida y arriesgada mujer.
A pesar de luchar durante casi toda su vida con el sobrepeso y sus consecuencias, Ana María nunca dejó de mostrarse divertida y jovial. Fue así que se le ocurrió, hace ya más de dos décadas, participar de los glamorosos desfiles de alta costura de Roberto Piazza.
El diseñador aceptó de buena gana y a partir de allí forjaron una relación que duró hasta hoy. Tras conocerse la noticia de la muerte de Giunta, Ciudad.com habló con Piazza, quien la recordó con amor y dolor.
"Me acabo de enterar por ustedes, lo lamento muchísimo. Justo no estoy en Buenos Aires y no me llegó la noticia. Sabía que estaba muy mal y que nadie la ayudó. Sé que estaba postrada y no podía ir a ningún lugar", empezó el diseñador.
Piazza siguió: "Creo que estaba muy deprimida, había pedido ayuda a todos los actores. Teníamos una amistad de años y casi fui quien la reincoporó a la farándula, nadie le daba trabajo, ayuda. Hemos hecho festivales, desfiles, trabajamos para su hogar de chicos, nos divertíamos mucho. Siempre fue muy duro el camino para ella".
Respecto de cómo se conocieron, el diseñador recordó: "La conocí hace muchísimos años, en un boliche y me dijo que quería desfilar para mí y le dije 'dejame pensarlo' y se me ocurrió hacer un desfile llamado Mujer y Hombre, con la mujer como sublimación y el hombre como objeto sexual. El desfile, en uno de los salones del hotel Sheraton de Buenos Aires, lo cerraban Florencia Raggi, que era la modelo top del momento, como novia con Horacio Cabak como acompañante. Cuando terminó la gente pensó que ya estaba y ahí fue que empezaron a aparecer nenitos vestidos como angelitos y de repente apareció Ana María vestida de novia en color rosa con una cola de casi 10 metros. La gente no entendía nada y algunos empezaron a reírse un poco. Pero cuando hizo diez pasos la aplaudieron de pie, fue sumamente emocionante. De ahí en más hicimos desfiles por toda la Argentina. Era como mi modelo fetiche".
"También quiero destacar que Ana María en su fundación Talleres de arte integrados para la vida Todos en Yunta hizo un trabajo de verdad, la gorda (lo digo cariñosamente, como se lo decía a ella) se ponía firme y era una de las pocas que laburaba así y la única fundación que se acercaba a ayudarla fue la mía. Lamento tantísimo no estar en Buenos Aires. Voy a hacer todo lo posible para seguir con la fundación con Ricardo, su marido".