"Mi marido no me quiso cambiar. Y yo no lo hubiese aceptado tampoco porque sería hipócrita. Yo soy así y no vendo algo que no soy. Una se puede tranquilizar, pero tampoco volverse aburrida".
Se casó con un hombre poderoso y multimillonario, pero bajo ningún punto de vista Victoria Vannucci (31) planea quedarse a la sombra de Matías Garfunkel (40) y jugar a la esposa recatada y sobria que adorna los cocteles de las clases altas. El erotismo y su cuerpo fueron unas de las armas con las que la modelo construyó su carrera en los medios.
Hoy, madre de Indiana (1 año y 11 meses) y de Jorge Napoleón (6 meses), Victoria redobla la apuesta. No sólo no reniega de su historia, sino que la usa de trampolín para un nuevo proyecto: lanzará su propia marca de lencería erótica.
“Siempre fui una mina que vendió sensualidad y no me voy a hacer ahora la carmelita descalza. Yo soy así y no vendo algo que no soy. Una se puede tranquilizar, pero tampoco volverse aburrida. ¿Vos no estás podrido de ver minas que se casan con alguien importante o son madres y cambian? Parece que se olvidan de su pasado, de sus tapas de revistas, que fuera una mala palabra haber sido sexy. ¿Por qué no cortamos con eso?”, disparó, auténtica, desde Miami, donde disfrutó de las primeras vacaciones en familia junto a Jorge Napoleón.
"Los límites lo pone uno en la intimidad. Hay que soltar un poco los prejuicios y ver para dónde va tu cabeza".
Vannucci se entregó a una charla íntima con Ciudad.com en la que habló de su pasado, los límites en la sexualidad, el erotismo y los prejuicios por la inauguración de su primer local en la paqueta avenida Alvear. Además, un filoso palito para las botineras.
-¿Cómo surgió la idea de volcarte a la lencería erótica?
-Viene desde hace tiempo y me llevó cuatro años lograrlo. Aprender del mundo del diseño y de la lencería. Especialmente la que hago yo, que es complicada y requiere máquinas diferentes. Para hacer algo, quiero hacerlo bien. Y si lleva tiempo, que así sea. Por suerte, gran parte del trabajo ya está hecho y es un local pensado tanto para mujeres como para hombres.
-¿Vos sos consumidora de este mercado?
-Si, la verdad que sí. Siempre trabajé en base a la sensualidad, rodeó mi trabajo y lo rodea al día de hoy porque lo sigo eligiendo.
-Siempre hay pruritos que tiñen de cierta oscuridad a la sexualidad. ¿Crees que instalarte en la avenida Alvear te puede jugar en contra?
"¿No estás podrido de ver minas que se casan con alguien importante o son madres y cambian? Parece que se olvidan de su pasado, de sus tapas de revistas, que fuera una mala palabra haber sido sexy".
-Me parece que el producto que estoy haciendo le escapa a lo vulgar, uno puede trabajar con la sensualidad desde muchos ángulos. Es más un lugar donde podés concretar tus fantasías y salir de la rutina. Hay muchísimos prejuicios en torno a la sexualidad. Podemos abrir la cabeza y pensar en que no está mal jugar un poco, divertirse y abrir otras puertas. Pasar un buen rato y sentirse hermosa. Lo erótico no está mal ni es vulgar.
-¿En el sexo hay límites que no deben ser cruzados o todo se puede transgredir?
-El tema de los límites los pone uno en la intimidad. Hay que soltar un poco ese tema los prejuicios y de ponerle límite a todo, y ver para dónde va tu cabeza. Cuando uno está en un matrimonio y tiene hijos, necesitás romper con la rutina y algo que sustente la pareja desde el erotismo. Para mantener un buen matrimonio, más allá del buen diálogo, del día a día, la intimidad es fundamental, es la base de una familia. Si los padres están bien, los hijos también van a estarlo. Siempre hay que ir por un poquito más, buscar un poquito más, usar más la creatividad en la intimidad está muy bien. Hay que mantener a la pareja viva.
-Tiempo atrás dijiste en una nota que querías explorar en el erotismo. Si tu pareja te pidiera compartir la cama con otra persona u otra pareja, ¿te animarías?
-Lo que es la intimidad -aprendí hace poco tiempo esto, porque no me la voy a dar de que siempre fui así- hay que resguardarlo muchísimo. Al trabajar en lencería y erotismo, me parece que ya de por sí se va a ver mucho de lo que hay en mi cabeza en base a mi trabajo. Cuando vean mis productos van a entender la cabeza de Victoria.
"Soy una exbotinera, me duró poco y me fue muy mal, ja ja ja. Por qué renegaría de las tapas y producciones que hice. ¿Qué hice tan mal? A ver, cuéntenme".
-Solés hablar sin prejuicios sobre tu intimidad, ¿alguna vez Matías te pidió que fueras más recatada?
-Te voy a ser sincera, muchas veces me pasó que porque te casaste, o tuviste hijos, o estás al lado de alguien importante, te tenés que tapar. Te tenés que cuidar con lo que hablás, te tenés que mostrar más señoral, tenés que cambiar tu manera de vestir... Considero que una puede mejorar, mi marido me dio una vida soñada y no me quiso cambiar. Y yo no lo hubiese aceptado tampoco, porque sería hipócrita. Siempre fui una mina que vendió sensualidad y erotismo y no me voy a hacer ahora la carmelita descalza. Yo soy así y no vendo algo que no soy, me apasiona lo que hago y romper con estos prejuicios. Una se puede tranquilizar, pero tampoco volverse aburrida. ¿Vos no estás podrido de ver minas que se casan con alguien importante o son madres y cambian? Parece que se olvidan de su pasado, de sus tapas de revistas, que fuera una mala palabra haber sido sexy. ¿Por qué no cortamos con eso?
-¿Como las botineras, decís?
-Bueno, soy una exbotinera, me duró poco y me fue muy mal, ja, ja, ja (N de la R: estuvo casada con el Ogro Fabbiani y se separó tras 6 meses de matrimonio). Por qué renegaría de las tapas y producciones que hice. ¿Qué hice tan mal? A ver, cuéntenme. Es cualquiera y lo que quiero tratar de hacer con este proyecto es romper eso. No pasa nada con vestirse súper sensual, si no disfrutás ahora de la belleza que tenés, cuándo lo vas a hacer. Yo quizá soy un poco liberal en mi pensamiento, pero creo que hay relajarse un poco más.