"Hay veces que me puedo enfermar, pero tengo que salir igual. Es una re responsabilidad".
En plena gira por Europa, Martina Stoessel aprovechó un hueco en su apretada agenda para hablar de las mieles y las hieles del éxito. La súper estrella infanto juvenil convoca miles y miles de personas en cada destino en el que se presenta, y se ha consolidado como un fenómeno a nivel mundial.
Desde un hotel en Barcelona, la protagonista de Violetta, hizo un balance de todo lo que ganó y lo que perdió gracias al estrellato. “Obvio que extraño a mis amigas. Tenemos un grupo de Whatsapp y me mandan videos de Cariló, Pinamar, Punta del Este. Yo estoy acá y me dan ganas de estar allá. Vivo una vida adulta, porque a la mayoría de las chicas de 17 estas cosas no les pasan, de ponerse a hablar con personas de 50. En cuatro años viví lo que vive una persona en mil. Todos los días me subió a un escenario con 15 mil personas delante”, aseguró al diario Clarín.
"Si sos chica, podés decir ‘no voy al colegio’, pero no podés decir ‘no hago el show’. Es el lado terrible de ser artista".
“Obviamente, hay veces que me puedo enfermar o tener dolor de cabeza, pero tengo que salir igual. Es una re responsabilidad, son nenes que tienen una ilusión, que viajaron y pagaron una entrada carísima. Si sos chica, podés decir ‘no voy al colegio’, o incluso ‘no voy a trabajar’. Pero no podés decir ‘no hago el show’. Es el lado terrible de ser artista, como separarte de tu familia, de tu novio, de tus amigas. Con Peter (Lanzani, su pareja) ya de a poco nos estamos acostumbrando a esto. Pero cada vez que te tenés que despedir es horrible”, confesó.
Con una madurez que sorprende, Tini habló del lado B del éxito. “Cada trabajo tiene sus pro y sus contras. Cuando uno ve un artista, piensa que tiene un vida perfecta, pero la realidad es que no. Uno no deja de ser una persona, ni de tener sufrimientos. La vida de un artista es súper dura, también por el tema de la exposición, por las críticas y por la gente que habla de vos. Las buenas y las malas energías te llegan y te duelen. Hay que acostumbrarse”, completó sin pelos en la lengua.