Paloma Cepeda (23) desfiló por primera vez a los 19. Ella se negaba, pero ante la insistencia de Ricardo Piñeiro, manager de su mamá Mariana Arias (49), aceptó y a partir de ese momento no paró más. “Les costó mucho convencerme. Estaba totalmente negada”, deslizó la joven a revista Gente.
"Tenía miedo a la exposición, a la presión por tener que superar al monstruo de mi madre. Pero un día decidí hacerlo, no tanto por el hecho de desfilar, sino por la necesidad de vencer ese miedo. Por probarme.", le dijo Paloma Cepeda a revista Gente.
“Tenía miedo a la exposición, a las opiniones de la gente, a la presión por tener que superar al monstruo de mi madre. Pero un día decidí hacerlo, no tanto por el hecho de desfilar, sino por la necesidad de vencer ese miedo. Por probarme”, explicó la modelo, dueña de unas piernas larguísimas.
Convivió con la fama desde que nació, pero no siempre se lo tomó de manera natural: “Recién de grande me di cuenta de lo potra que era y es mi madre. Ahora veo fotos de ella a mi edad y entiendo todo. ¡Arrasaba! Para mí fue difícil: sentía que nos invadían, que nos miraban…”.
Madre e hija no sólo comparten la profesión, también poseen un carácter fuerte. A la hora de diferenciarse, Paloma se define menos impulsiva, más pensante y más relajada. “Mi madre es súper responsable”, agrega.
Sobre la relación que mantiene con Mariana, opinó: “Es explosiva. De puro amor y, por momentos, de odio. No quería que me fuera de casa. Todo el tiempo se preocupa porque esté todo limpio y mi heladera, llena. A los papás les cuesta aceptar que una puede sola”.
“Ser distinta es un plus. Una chica muy linda y normal es así para todos. Aprendí que no puedo gustarle a todo el mundo. Al que sí, genial; al que no, bueno. A veces la gente puede ser muy mala”, finalizó la joven que aún conserva a sus amigas del colegio y los pies sobre la tierra.