Joan Rivers, quien se convirtió en la mujer más amada y, a veces, odiada de Hollywood, murió la semana pasada tras permanecer unos días en coma, producto de un paro cardiorespiratorio que sufrió en medio de una cirugía de garganta.
Aunque comenzó como comediante, sus últimos años los dedicó a comentar los looks de las estrellas y, muchas veces sin piedad, ha destrozado a gente con una trayectoria artística indiscutible. Su ciclo Fashion Police de E! Entertainment Television era exitosísimo y, gracias a su humor ácido, se ganó el corazón de celebrities y el público.
Con una decoración renacentista, y muy cargada por cierto, la mansión de 1.500 metros cuadrados, localizada en el Upper East Side de Manhattan, estaba llena de candelabros, cortinas de terciopelo, mucho tono dorado y muebles estilo Luis XV.
Además, era una mujer excéntrica y no escatimaba en lujos para su vida. Claro está si espiamos cómo era la mansión que tenía en Nueva York y en la que vivió por 30 años, con un estilo a tono de una reina.
Con una decoración renacentista, y muy cargada por cierto, la mansión de 1.500 metros cuadrados, localizada en el Upper East Side de Manhattan, estaba llena de candelabros, cortinas de terciopelo, mucho tono dorado y muebles estilo Luis XV.
El penthouse de Rivers tenía columnas doradas y en cada esquina había tarjetas con algunos de los chistes que ella ha dicho durante su carrera.
La habitación en la que dormía también era muestra de esta sobrecarga de objetos. Una inmensa cama rodeada de floreros y cuadros en todas las paredes, mientras que el tocador tenía un estilo muy parecido a los de los camarines de un teatro.
"Allí María Antoniera hubiera vivido si tuviera el dinero", había dijo una vez Joan sobre su palacete. Rivers compró su casa en 1980 y pidió a los constructores quitar todas las capas de pintura de la anterior edificación y cubrirlas de dorado.
Esta mansión fue construida en 1910 por John R. Drexel y su esposa. Casi 50 años más tarde, la casa fue habitada por el escritor Ernest Hemingway, quien instaló ahí su estudio. Pero la abandonó al poco tiempo y es ahí donde entró en escena la emblemática conductora.
En 2009, en tanto, no quiso seguir viviendo en ese penthouse, ya que pretendía mudarse a la costa Oeste para estar más cerca de su hija, Melissa. Y la única oferta que le llegó fue del dictador libio Muammar Gaddafi, dispuesto a pagar 200 mil dólares por semana. Pero Rivers la rechazó con su inolvidable humor: "Pensé que era maravilloso. Dije que daría la mitad de la renta a y la otra mitad para que un exterminador viniera y limpiara el apartamento cuando él se fuera".
Pero no fue la única vez que quiso deshacerse de la mansión; en 2012, Rivers pedía 29.5 millones de dólares por la propiedad, pero nadie la compró.
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