Después de 4 años sin hacer ficción diaria, María Leal volvió a la pantalla con Viudas e Hijos del Rock and Roll, y su personaje, Gabriela, no pasa desapercibido, ya que la actriz se permitió tocar otra cuerda y hacer algo diferente. Podríamos decir, lo más "extravagante" que hizo en su extensa carrera.
"Si vos sumás Guapas y Viudas hacés mucho más que Tinelli. Guapas es un excelente programa, y justo ponen Viudas a competir. Eso no me gusta".
"Mi personaje es una mujer grande que se atrevió a vivir libremente, con sus pelos parados, desafiando la vida, porque sale, toma y le gusta la noche. Es rebelde", adelanta María a Ciudad.com, feliz por la recepción que le dio el público a la novela, en general, y a Gaby, en particular.
Pero su vuelta al ruedo tiene un sabor especial, porque significa el regreso –después de 11 años- a Telefe, canal al que se la asocia directamente por el éxito de ¡Grande, Pá!, novela familiar que protagonizó con Arturo Puig, logrando récord de audiencia, marcando 62 puntos de rating.
En esa época, situémonos en 1991, no existía el minuto a minuto y ese número por estos días resultaría casi imposible de hacer. Comprometida con su profesión -pero sin cassette, un estilo que se agradece en estos tiempos-, Leal habló de su trabajo, la puja por el rating, los egos de los actores, de los prejuicios, su familia y más.
"Mi vida fue tranquila. Yo nunca fui rockera. Yo no voy a lugares a donde va mucha gente porque no me gustan y los recitales me asustan. Te diría que soy todo lo contrario a mi personaje".
- Estás en Viudas e Hijos del Rock and Roll, ficción en la que sorprendés con tu personaje, ¿cómo lo preparaste?
- Me divierto mucho haciéndolo. Al personaje lo fuimos armando entre todos. El corte de pelo me lo pidió Sebastián Ortega, después fuimos viendo el tema de la ropa y eligiendo. Como tuve bastante tiempo fui armándolo en mi cabeza, hasta que apareció Gaby, que me parece un personaje encantador y realmente disfruto hacer. Gaby es bastante diferente, porque he hecho "buenas buenas" y "malas malas". Esto es más extravagante, más moderno. Ella es una mujer grande que se atrevió a vivir libremente, con sus pelos parados, desafiando la vida, porque sale, toma y le gusta la noche. Es rebelde.
- Gaby dista mucho de la María Leal real que conocemos. ¿Recordás algún acto de rebeldía, tal vez de tu adolescencia?
- No, mi vida fue tranquila. Yo nunca fui rockera. Y no voy a lugares a donde va mucha gente porque no me gustan. Los recitales me asustan. Te diría que soy todo lo contrario a Gaby y actuándolo me divierto muchísimo.
- ¿Te costó volver al ruedo televisivo?
- Sí, eso sí, cuesta mucho porque hay que levantarse muy temprano. Grabamos en Martínez y yo me despierto dos horas antes de salir. Hay que estar todo el día en el canal, luego volver a casa y estudiar la letra del otro día. Hacer televisión es sacrificado, pero ayuda estar con gente maravillosa, como son Paola Barrientos, Celeste Cid, Damián de Santo, Fernán Mirás, Georgina Barbarossa, Verónica Llinás... todos. Es un grupo divertido, es un placer estar ahí. Se hace ameno el trabajo. Todos nos fuimos enganchando muy bien y nos llevamos muy bien.
"En este elenco no hay problemas de egos y ese es el mayor atractivo de este programa: no hay figuras ni estrellas".
- ¿No hay problemas de egos?
- No, y ese es el mayor atractivo de este programa, porque todos somos actores y no hay figuras ni estrellas. Somos actores, vamos a trabajar, compartimos cosas y nada más. Somos buenos compañeros y me gusta ver el resultado de cada uno de ellos. Me gusta lo que hacen, están todos muy bien, y cuanto más se luce tu compañero, más podés volar vos. Es un trabajo codo a codo. Con Celeste y Paola son con las que más grabo y nos ayudamos entre nosotras, buscamos cositas para crecer y sumar. También están los directores, que son un placer. Todos te cuidan.
- ¿Sos rigurosa con el trabajo?
- Yo tengo una obsesión, cumplir el plan de trabajo diario. Y, cuando no llegamos a completarlo, me pongo loca. No me gusta dejar escenas para el otro día. Con tal de llegar, me cambio atrás de los decorados. Le digo a los chicos: “Vamos, vamos”. Las chicas de vestuario me miran y me dice: “¿María acá se va a cambiar?”, y yo les digo: “Pero sí, quién me va a mirar”. Me cambio detrás de los decorados con tal de terminar la faena del día.
- ¿Sos de mira el programa y hacerte críticas, o lo disfrutas?
- Miro el programa y estoy muy atenta a todo para poder colaborar con la totalidad del producto. Yo me miro y me acepto, pero es algo curioso lo que me pasa, y me pasa desde chica: cuando me miro no es que me miro yo, miro a mi personaje. Mis hijos, cuando eran chicos y mirábamos algún programa en el que yo trabajaba, se reían, porque mi personaje lloraba y yo también lloraba viéndolo en casa. Ellos eran adolescentes, y decían: "Juan vení, mirá, mamá está llorando con ella misma". Cuando miro mis trabajos me pongo en el rol de una espectadora más, sobre todo en mis escenas. Con el trabajo de los demás trato de ser objetiva para decirle a mis compañero: "¡Bravo por lo que hiciste!", o sugerir algo.
"Yo tengo una obsesión, cumplir el plan de trabajo diario. Me cambio detrás de los decorados con tal de terminar la faena del día".
- ¿Tus hijos, Lucas y Juan, que devolución hacen al ver en la tele a una María tan distinta a la que ellos conocen?
- Uno de mis hijos que está viviendo en Estados Unidos y no me ve, pero sí me whatsappea y me comenta lo que dicen sus amigos sobre el programa y sobre mi trabajo. Mi otro hijo sí me ha visto, aunque no me llevan mucho el apunte con mi carrera. Una sola vez, cuando me fueron a ver al teatro en La señora Klein, los vi por primera vez movilizados, diciéndome: “Vieja, estoy emocionado”. Creo que esa fue la única vez que los vi así por mi trabajo. Para ellos, que yo sea actriz no es más que el trabajo de mami. Aparte, el más grande tiene chicos y la hora de la novela es también la hora de los baños, de darle de comer y acostarlos. Así que ve el programa cada vez que puede, ¡y le gusta!
- Por otro lado, volviste a trabajar en una novela con horaria central, ¿cómo te llevás con la exposición que eso genera?
- Me llevo con naturalidad, saludo a la gente que se acerca y agradezco. Hace muchos años que trabajo y ya viví mucho éxito y rating, así que lo tomo bien, tranquila. Igual yo soy bastante topo, no estoy mucho en lugares públicos ni ando por ahí. No me gustan los shopping. Te diría que en el lugar que más podría apreciar la devolución del público es en el supermercado. Ahí me hablan de las Viudas y de Gabriela. Yo lo primero que hago es tocarme el pelo y decirles: “Miren cómo estoy gracias a eso”. Nunca tuve el pelo así (risas). Pero sí, es lindo recibir la ponderación y el cariño del público.
"El rating me importa porque es la continuidad laboral de mucha gente. ¡Cómo no me va a importar si marca las reglas del juego!".
- ¿En la vida real tenés algún prejuicio con el que no podés combatir?
- No. Yo crié a mis hijos con una premisa, que es respetarse el deseo. Yo siempre me respeté el deseo y estuve muy bien centrada en mi deseo y en mi libertad, siempre teniendo en cuenta al que tenía al lado, sin dañar a nadie, y viviendo como a una le toca vivir.
- ¿Tenés redes sociales?, ¿interactuás así con el público?
- No interactúo por esas vías. No tengo Twitter, sí tengo Facebook, pero a escondidas, y te digo por qué: lo tengo sin mi foto, para comunicarme con mis hijos, especialmente con el que vive afuera, y para saber en qué andan mis nietos. Pero no participo activamente porque no tengo tanto tiempo como para sumarme la actividad de ver qué se dice en Twitter. Además, tengo una familia, tengo a mi madre, hijos, amigos, y me gusta leer. Entonces, prefiero usar el tiempo libre con ellos. Y, básicamente, a mi me encanta disfrutar de mi trabajo.
- ¿Estás pendiente del minuto a minuto, la nueva modalidad de mirar el rating?
- Voy a ser absolutamente sincera, el rating me importa porque es la realidad. No estamos en la TV pública en donde no importa el número, estamos en la televisión privada donde importa el rating porque es la continuidad laboral de mucha gente. Eso sí controlo. Cuando voy a grabar pregunto, ¿cuánto tuvimos de rating?, pero no sigo el minuto a minuto en mi casa. No lo tengo, si lo tuviera lo estaría mirando. En el primero y en el segundo programa estuve con un amigo que lo tiene y yo estaba: “¡Cuánto, cuánto!”. Más no porque es enloquecedor. Pero, ¡cómo no me va a importar el rating si marca las reglas del juego!
- Y a Viudas e Hijos… le está yendo muy bien. Es la ficción más vista, junto a Guapas…
- Sí, y yo hubiese preferido que fuéramos contra otro tipo de programa y no contra otra ficción, porque los actores tenemos que defender a todas las ficciones.
- ¿Sentís que se divide mucho la audiencia?
- Claro. Tendríamos que ir en contra de un programa de preguntas y respuestas, un show o baile.
- ¿Te animarías a competir directamente con Marcelo Tinelli?
- Obvio, claro que sí. Pienso que por el bien del trabajo de los actores es más sano competir con otra cosa. De esa forma la gente no tiene que elegir entre dos ficciones. Si vos sumás Guapas y Viudas hacés mucho más que Tinelli. Guapas es un excelente programa, me encanta, y justo ponen Viudas a competir. Eso no me gusta, pero bueno, yo como actriz en eso no tengo nada que ver.