Damián de Santo (46) volvió a la ficción diaria con Viudas e Hijos del Rock and Roll –la nueva apuesta de Sebastián Ortega y Pablo Culell para Telefe-, situación laboral que lo obliga a transitar una etapa, podríamos decir, nómade.
"Hace 7 años que vivo en Córdoba, pero sigo trabajando bastante. Si bien mi prioridad es elegir el material que me toca en suerte hacer, trabajo con más intensidad y con menos regularidad. Yo soy el pibe del mundial, laburo cada 4 años"
Con domicilio fijo en Villa Giardino, Córdoba, pero con casa circunstancial en Buenos Aires, el actor organiza sus tiempos para grabar y visitar a su familia.
De Santo lleva 7 años viviendo en las sierras cordobesas junto a su mujer, Vanina Bilous, y sus dos hijos: Joaquín (13) y Camilo (8). Allí montó un complejo de cabañas que él mismo atiende, claro, cuando no está haciendo ningún trabajo como actor.
"Actuar es algo que me hace bien y me gusta hacerlo. Yo cambié el domicilio, no es que huí de la profesión", adelanta en una nota mano a mano con Ciudad.com.
- Dejaste la tranquilidad de Villa Giardino, la vida familiar, para ser uno de los protagonistas de Viudas e Hijos del Rock and Roll, ¿qué te atrajo de esta propuesta para que decidas hacerla?
-En principio me llamó Sebastián Ortega y me contó un poco la historia. Después me dijo que venga a Buenos Aires para hablar personalmente y, la verdad, que me encantó. Me contó el elenco y ahí ya entré como caballo a la gatera. Quedé prendado y acá estoy, ya hace 3 meses que estamos grabando.
"No dejaría mi profesión porque es algo que me hace bien. Yo cambié el domicilio, no es que huí de la profesión. Me fui para ver a mis hijos disfrutar un poco la vida y de la naturaleza con la libertad que yo me crié, porque Buenos Aires eso no me lo ofrece".
- ¿Cómo será tu personaje?
- Mi personaje es Diego Lamas, el chico que se enamora de Miranda, que es el personaje que hace Paola Barrientos. Ellos se enamoran en aquel verano y se prometen encontrarse todos los 14 de febrero en el Obelisco. Todos los 14 de febrero de todos los años, como algo mágico. Sin pasarse los teléfonos de sus casas ni domicilios porque en esa época no había celular, ni nada que se le parezca. Pero por desgracia del destino no pueden lograr este encuentro y, lamentablemente, se separan durante 20 años y no se vuelven a ver. El sigue yendo cada 14 de febrero, ilusionado de que ella va a aparecer, pero no es así. No se cumple ese sueño. Después, cuando la vuelve a ver, se da cuenta que es su gran amor y quiere recuperarla, pero ella está casada, tiene hijos y está en una posición económica muy buena. Y este personaje sigue en la misma: sigue rockero, con el mango justo, viviendo con su amigo Rama, que es Fernán Mirás, en la casa de su mamá, que es Georgina Barbarossa…
- Vos te fuiste a vivir a Córdoba en un gran momento laboral. Hay actores que están en la cresta de la ola y no se animan a bajarse para no perder continuidad, popularidad y fama. ¿Vos no tuviste ese miedo, de decir "me van a dejar de llamar"?
- No. Yo hace 7 años que vivo en Córdoba pero sigo trabajando bastante. Si bien mi prioridad es elegir el material que me toca en suerte hacer, trabajo con más intensidad y con menos regularidad. Pero sigo laburando: hice cine, hice un programa de ficción con el Turco Naim e hice Botineras, con Sebastián Ortega, hace 4 años atrás. Yo soy el pibe del mundial, laburo cada 4 años.
- Y en esos cada 4 años, cuando estás en la tranquilad de las sierras, trabajando en las cabañas con tu mujer, ¿nunca se te pasó por la cabeza dejar el oficio, la profesión?
- No, dejarlo no porque es algo que me hace bien y me gusta hacerlo. Yo cambié el domicilio, no es que huí de la profesión. Jamás me fui por algo de la profesión, al contrario. Me fui para ver a mis hijos disfrutar un poco la vida y de la naturaleza con la libertad que yo me crié, porque Buenos Aires eso no me lo ofrece.
- En esta cotidianidad que vas a estar alejado de ellos, ¿cómo vas a hacer para mantener el contacto fluido y no extrañarlos tanto?
- La realidad es que yo estoy 4 días acá y 3 en Córdoba. Los jueves a la noche parto para allá y vuelo los lunes a la mañana. Eso hace que yo me retroalimente de alguna manera y viaje de vuelta a casa ilusionado a ver a la familia.