Sentado en el control, Guido Kaczka (36) apura sus últimas piezas de sushi en una bandeja de plástico. Acaba de terminar de grabar un programa más de Los 8 escalones y aprovecha el hueco -antes de tener que regresar a El Trece para conducir A todo o nada- para disfrutar de un almuerzo apretado en la rutina. “Hola, ¿cómo andás? ¿Querés un poco?”, arrancará la charla con Ciudad.com, cortésmente.
Hoy su vida es así, una sucesión constante de eventos en la que cada momento del día se solapa con el siguiente. Trabajo, familia, trabajo, compromisos y más trabajo. Se levanta muy temprano para ponerse al frente del programa de radio No todo está dicho, que se emite de 6 a 9 de la mañana, en La 100. Luego, distribuye las horas entre la conducción en el canal y sus seres queridos.
"Mi hijo se va a llamar Benjamín como mi viejo, que falleció hace unos cuantos años", contó Guido sobre la próxima llegada del bebé, a fines de noviembre.
“En general, tengo tiempo. El día se ensancha. Sigo con mis actividades, voy a terapia y acompaño a mi mujer, que está embarazada. Cuando salgo de la radio tengo un hueco y ahí metemos las ecografías, la voy llevando. No te digo que ando con mucho tiempo suelto, pero…”, asegurará Kaczka, que por si fuera poco, el sábado 16 estará al frente del ciclo solidario Un Sol para los Chicos.
Desde hace casi cuatro años, su mujer es Soledad Rodríguez, la principal responsable de la sonrisa que pinta su rostro. Con fama de hombre distante con los medios, en la mitad de la entrevista Guido se permitirá bajar la guardia al hablar de su hijo Romeo (fruto de su pasada relación con Florencia Bertotti) y de la inminente llegada del segundo heredero, a fines de noviembre. “Se va a llamar Benjamín como se llamaba mi viejo, que falleció hace unos cuantos años”, contará emocionado y recordará la figura de su padre.
En la charla aparecerá la felicidad por el éxito profesional, la realización personal, los miedos y, sobre todo, los sentimientos. “Me casé y me volvería a casar, me gustaría festejar el amor que tengo con Sole y cómo nos encontramos en la vida”, apostará, sin vueltas.
- ¿Cómo estás viviendo el éxito de Los ocho escalones y A todo o nada?
- Es un buen año que se suma a los anteriores. Estoy muy contento, muy cómodo y, a la vez, trabajando fuerte para sostener los programas. Hacés lo que te gusta, pero tiene rigor y exigencia.
"Los hijos son una pulsión, en ellos encuentro un motor grande y quiero ser de la mejor manera posible, porque los pares de ojos que me miran ahora son los de ellos".
- ¿Te sentís reconocido como conductor? ¿Consolidado?
- Sí, me siento bien en el rol, hace ya muchos años que lo hago. Además produzco, así que el combo es bueno. Y cuando hay reconocimiento de afuera a uno le encanta, pero también es cierto que uno busca el propio y ése es el más importante. Me encanta que hablen bien de mi laburo, pero es un poco más efímero que cuando uno lo siente en lo profundo de su ser. Hay que tener un norte que se parezca a lo que vos querés. En ese camino, errás mucho, otras acertás, pero la brújula siempre ahí y sin traicionar lo que uno siente.
- ¿Sentís que el traje de actor quedó colgado en el placard?
- Está colgado, sí, siento que sí. Pero tengo mucho de actor cuando conduzco, entonces... qué se yo. Decir que está colgado es injusto y mi carrera es toda. La verdad es que este momento tiene su ancla ahí, cuando laburaba como actor. No tengo melancolía, estoy muy completo con lo que estoy haciendo. La radio, la conducción, los eventos del canal como Un Sol para los Chicos...
- ¿Cómo llevás la experiencia de la radio?
- Ese fue el gran desafío del año, porque hace 33 años que hago televisión y radio hace sólo seis meses. Uno quiere saberlo todo, pero no es así, lo vas aprendiendo y en la radio me pasa eso. Es muy diferente. La tele es más espasmódica, más goles, goles, goles y la radio es más juego bonito.
- ¿Como fue volver a sentir ese miedo ante lo desconocido?
- En general, busco sentirme como desde cero. Tengo una atracción y una repulsión por esos nervios del examen. Pero con el tiempo me fui avivando, ya no como vidrio, es bueno eso. Esa sensación que todos queremos evitar, está buena. El miedo uno no lo quiere, pero no es zonzo, también te trae responsabilidad, te permite estar alerta, pensar en todo lo que vas a hacer. En un momento de mi vida, pensaba que tenía que estar tranquilo ante cualquier situación, ser tan piola que todo me fuera a salir bien. Y ahora que estoy más grande, me doy cuenta de que eso que quería borrar es algo de lo más importante que puede tener una persona. Porque eso te trae empeño y la radio vino con eso.
"Con el tiempo me fui avivando, ya no como vidrio. Antes pensaba que tenía que estar tranquilo ante cualquier situación, ser tan piola que todo me fuera a salir bien".
- ¿Creés que es un Guido más genuino el de la radio?
- Es diferente, a veces me comentan que en un lugar soy de una manera, y en otro de otra. Yo creo que soy genuino en todos los ámbitos. Si un cuento es de una manera, me acoplo y me empapo de ese entorno. Una cosa es Los 8 escalones y A todo o nada, y diferente es la radio cuando le decís "buen día" al tipo que se está levantando para ir a laburar o volviendo de hacer 10 horas de vigilancia en una garita. Si bien es cierto que se me ve diferente, soy yo en todos los lugares. No creo posible que las cosas puedan resultar si no son genuinas.
- Sos muy reservado con respecto a tu vida privada. ¿Es una coraza de protección para vos o tu familia?
- No, no es que no hablo mucho, de hecho no tengo problemas con las preguntas. La intimidad para mí es un valor, no algo estricto. Si no, es muy fijo y uno termina rompiendo eso que quiere cuidar. Puedo hablar de mi hijo Romeo, de hecho lo hago, y en los programas lo menciono y hablo de mi mujer. Si bien la vida va a avanzando y todo parece cada vez más público, yo creo todavía en lo público y lo privado como cosas diferentes y trato de que ese límite esté. Para mí las puertas existen y las ventanas también, y una casa es un lugar donde vive una familia. Trato de ser prudente, pero conozco mi laburo y sé que es parte él. Me gusta porque muchas veces uno cae en la misma curiosidad con otras situaciones de la vida de otros y me resulta atractivo. Entiendo esa tentación del público, todos tenemos las mismas cosas adentro, somos iguales. Pero a la hora de cuidarse uno, lo trata de hacer lo mejor que puede. A veces pude más, a veces pude menos.
- Romeo ya tiene 6 años y empieza a entender tu trabajo. ¿Cómo vive tu exposición?
- Es la realidad de Romeo, tanto el papá como la mamá trabajan de eso y muchas veces lo debe disfrutar. Y posiblemente, no lo sé, pero otras lo debe padecer. Todo en la vida es medio así. A mí me gustaba cuando mi viejo, que era comerciante, se sentía bien con lo que hacía y estaba contento con su negocio. Y cuando veía la vidriera y le gustaba, yo lo miraba y era feliz por él.
"La intimidad para mí es un valor. Yo creo todavía en lo público y lo privado como cosas diferentes y trato de que ese límite esté".
- Te la pasás trabajando. ¿Qué haces en tu tiempo libre? O, mejor dicho, ¿tenés tiempo libre?
- Al gimnasio y correr lo tengo muy, muy pospuesto. Justo diste en la tecla ahí, pero trato de hacer alguna corrida y después, en general, tengo tiempo. El día se ensancha. Por ahí para el que no tiene tantos laburos dice ‘¿cómo hace?’. Lo cierto es que hay más tiempo del que parece. Sigo con mis actividades, voy a terapia y acompaño a mi mujer, que está embarazada. Cuando salgo de la radio tengo un hueco y ahí metemos las ecografías, la voy llevando. No te digo que ando con mucho tiempo suelto, pero…
- ¿Y cómo vivís esto de ser papá otra vez?
- Estoy contento, cuando empezamos a buscar, pensé que íbamos a estar un tiempo y vino muy, muy rápido. Yo pensé que íbamos a estar seis meses o un año. Lo calculé de esa manera y ahí te das cuenta que uno no puede calcular nada. Se va a llamar Benjamín como mi viejo, que falleció hace unos cuantos años. Estoy contento.
- Se te nota muy emocionado.
- La verdad que sí, los hijos son una cosa muy grosa. Es como... ufff, son una pulsión, Romeo y Benjamín dentro de la panza, en ellos encuentro un motor grande y quiero ser de la mejor manera posible, porque los pares de ojos que lo miran ahora a uno son los de los hijos. Es muy bueno, es una responsabilidad, te cambian la vida. Los hijos traen más laburo y miedos, pero todo vale la pena.
"Muchas veces uno cae en la misma curiosidad con situaciones de la vida de otros y me resulta atractivo. Entiendo esa tentación del público".
- Al ya ser padre, ¿te sentís más preparado? ¿O estás como tu mujer que es primeriza?
- La verdad que sí, te vuelve a agarrar ansiedad como me pasaba con Romeo. Sé que tengo la experiencia, pero a la hora de volver a encarar el asunto, tenés los mismos miedos. Quizá sí tengo más ansiedad de la que pienso. Romeo tiene seis años ya. Uh, cómo se pasa la vida… Te sorprende, pero está bueno que así sea, es increíble. Lo veo y digo ‘¿cuándo creció?, ¿qué pasó?’. Me pasa también con la panza de Benjamín, la veo y digo: ‘Uy, ¿cuándo fue que vinieron dos rayitas?’.
- Tiempo atrás nos dijiste que podrías llegar a pasar por el Registro Civil.
- Podría ser, me gustaría festejar el amor que tengo con Sole y cómo nos encontramos en la vida. Estamos muy con Benja ahora, pero no digo que no. Me casé y me volvería a casar. La vida ahora es nuestro hijo y nuestra familia con Romeo.