El papa Francisco demostró una vez más su humildad y simpleza en su convivencia diaria en el Vaticano.
El Sumo Pontífice visitó de sorpresa el comedor de los empleados de la Santa Sede y, como si fuera uno más, agarró su bandeja, pasó por el mostrador de la comida y se sirvió el almuerzo.
Jorge Bergoglio eligió pasta sin salsa, una porción de bacalao, verduras a la plancha y un poco de papas fritas, y se sentó a la mesa junto con los empleados.
La foto del Papa con su bandeja de almuerzo en la mano recorrió el mundo y rápidamente se convirtió en la imagen del día, sumando este gesto a los otros tantos que demuestran su gran sentido común, modestia y austeridad.