Un hecho inusual le agregó aún más conmoción a la muerte de Jorge “Topo” López, y tiene que ver con el modo en que se enteró de la noticia la mujer del periodista, Verónica Brunati.
Mientras, por un lado, circulaba la noticia del fatal desenlace (incluso hasta se había publicado en algunos medios) la mujer del periodista aún no se había enterado. Fue Diego Simeone quien, por medio de un tweet de condolencias, sin querer le avisó de la fatalidad.
El mundo hipermediatizado, de la información inmediata, de los consumidores que se convierten en agentes de información, hoy, generó una paradoja: mientras, por un lado, circulaba la noticia del fatal desenlace (incluso hasta se había publicado en algunos medios) la mujer del periodista aún no se había enterado. Fue Diego Simeone quien, a través de un tweet de condolencias arrobándola, sin querer le avisó de la fatalidad.
“No sólo fue un gran periodista. Se fue también un amigo. Mucho dolor. Mis condolencias a @verobrunati y familia. DEP Jorge “Topó” López”, expresó en medio de la conmoción. “No. Diego no me digas eso”, contestó ella y enseguida brindó los datos de su hotel para que la llamen, dejando al desnudo (e involuntariamente) una situación por demás íntima y desesperante. Según trascendió, su teléfono no funcionaba y estaba incomunicada.
Sin ánimos de juzgar y (mucho) más allá de lo que le sucedió personal e internamente a Simeone-quien seguramente estaba shockeado con la noticia- la situación develó un fenómeno social cotidiano respecto a los usos de las redes sociales, aunque claro está que en este caso otro tweet también la podría haber alertado.
Si años atrás, el duelo, las condolencias y el sufrimiento en general pertenecían a la esfera de lo íntimo, el uso de redes ha planteado lo opuesto: en las comunicaciones con el “otro” se cuela algo de lo impersonal y la individualidad se expresa hacia el “afuera”. Incluso, desde hace tiempo, los medios son testigos y reproductores de la conducta colectiva de dar los pésames por Twitter, sobre todo de famosos hacia otras figuras púbicas. Son, nada menos, que conductas culturales de época en las que todos nos vemos involucrados.
Será cuestión (y en caso de ser necesario) de poner pausa y tiempo entre tanta euforia e inmediatez. Este caso quedará como una triste “anécdota”, penosa para sus involucrados.