Suele ocurrir en todos los realities: lo que comienza como un grupo fraternal, termina en una competencia que no conoce de amistades ni lealtades. Si bien MasterChef sorprende con una dinámica diferente a la del típico reality como Gran Hermano, concentrándose en la cocina, las conflictivas relaciones humanas y las ganas de triunfar no escapan al programa que conduce Mariano Peluffo por Telefe.
"Y Laura tiene un Dios aparte. Creo que ni yo ni ninguno de mis compañeros vemos en Laura el menor potencial para absolutamente nada vinculado a la cocina. Está alargando la agonía".
Esto quedó evidenciado el último domingo cuando Pablo decidió salvar a Laura de la eliminación en vez de a Juan, quien lo había ayudado en otra oportunidad y que terminó afuera del programa. La elección del abogado enfureció a parte del público y, especialmente, a sus compañeros.
“Hoy yo considero que Laura no es competencia para mí”, definió Pablo sobre su polémica estrategia. Uno de los participantes más críticos fue el siempre punzante Laureano, quien aseguró: “Me parece un acto de profunda cobardía. Para mí, habla mal de Pablo como cocinero, así cualquiera gana. Todo bien con Laura pero no tiene la más pálida idea de lo que hace. Me parece triste y patético que se mida con gente que no sabe cocinar y no quiera medirse con nosotros”.
En tren de mostrar su desacuerdo con la decisión de Pablo, Laureano “destruyó” a Laura, una de las participantes que genera más pasiones (para bien y para mal) entre los televidentes: “Y Laura tiene un Dios aparte. Creo que ni yo ni ninguno de mis compañeros vemos en Laura el menor potencial para absolutamente nada vinculado a la cocina. Está alargando la agonía, al pedo. Todo bien con Laura pero no puede ganar ningún concurso de cocina… nunca”. ¡Muy duro!