Muchas veces la fama, el glamour y la televisión muestran una sola cara de muchos de los que aparecen en la pantalla. Alejandro Fantino es un especialista en correr, al menos por un rato, ese velo que cubre las vidas de las figuras reconocidas del medio.
El 3 de noviembre de 1995 en Río Tercero, Córdoba, explotó una fábrica militar que dejó siete personas muertas y más de 300 heridas, además de diversas casas y edificios dañados. Todavía la justicia no encontró culpables y mucho se habló de la conexión de esta tragedia con el escándalo por venta de armas a Ecuador y Croacia.
El conductor está siempre atento a detalles de la vida de cada uno de sus invitados que puedan hacer despuntar una gran historia. En este caso, en Animales Sueltos, Fantino logró un impactante testimonio de la bella modelo Magalí Montoro (31).
Sentada en el living relajado de los viernes, Magalí dejó mudo al estudio cuando reveló una historia que vivió a sus 13 años en su Río Tercero natal. El 3 de noviembre de 1995 explotó una fábrica militar que dejó siete personas muertas y más de 300 heridas, además de diversas casas y edificios dañados. Todavía la justicia no encontró culpables y mucho se habló de la conexión de esta tragedia con el escándalo por venta de armas a Ecuador y Croacia.
"Escuchen este detalle de Magalí. Cada uno tiene su historia. La explosión de la fábrica militar te agarró en el colegio, ¿a cuántas cuadras?", introdujo Fantino.
"Estaba en el colegio, a cuatro cuadras de la fábrica. Ese día, no sé por qué, la portera del colegio tocó el timbre para salir al recreo cinco minutos antes de lo normal, entonces nos agarró a todos en el patio, por eso no pasó nada. Si no hubiera adelantado el timbre, nos hubiera agarrado dentro de las aulas y podría haber sido un desastre", comenzó la modelo.
Montoro siguió: "El colegio tenía mucho vidrio, un colegio normal, de pueblo. Cuando volví después de mucho tiempo para buscar mis cuadernos, que habían quedado ahí, entré a mi curso y era un desastre. Las ventanas estaban enroscadas y caídas arriba de los bancos, los bancos apilados. Mi carperta, que mi mamá la debe tener guardada, donde estaba abierta está cortada por los vidrios, tengo hojas cortadas por los vidrios".
Con todos los invitados de Animales Sueltos atentos a su relato, Magalí agregó: "Fue horrible. Lo que vivimos fue como como un bombardeo. Nunca vivimos una guerra pero calculo que en una guerra uno debe saber de dónde vienen las bombas, acá no se sabía. En la primera explosión se rompieron las cosas, los vidrios, pasó de todo, pero hubo unos nueve o diez minutos hasta la segunda que fue la más grande y ahí ya empezaban a volar las esquirlas y bombas, bombas enteras caían. No sabíamos de dónde venían. El sonido es inexplicable y te tira. Cuando veo alguna película y simulan una bomba me da risa a veces porque no es lo que ves en la película, la onda expansiva te tira, te empuja".
Magalí Montoro: "Las explosiones duraron todo el día y toda la noche y después de eso, el 24 de noviembre, volvió a explotar toda la recolección de bombas. Estuve con tratamiento psicológico meses. Tenía terror de que volviera a pasar algo, terror. Pasaron 18 años y todavía se sigue buscando justicia".
Pero la experiencia no acaba ahí. Montoro añadió: "La segunda explosión a mí me agarra en una casa porque en la primera me había cortado una pierna y una señora me ofrece ir a su casa para curarme. Cuando estaba en el baño lavándome, apoyada con una mano en la pared y con la otra curándome, de repente se me corrió la pared y se repente volvió la pared. Esa onda expansiva te tira, te mueve y si no estabas bien parado, te caías. Es algo horrible. Por suerte yo no perdí a ningún amigo ni familiar, mi casa, que estaba a seis cuadras de la fábrica, quedó entera, no le pasó nada. Se rompieron vidrios y ventanas pero nada más. Había mucha pólvora, el cielo se había puesto negro y había un humo muy espeso. Había mucho olor a pólvora. Llegué a mi casa corriendo. Ahí estaba mi mamá, mi hermanita, que tenía tres meses y estaba en la cuna durmiendo y mi hermanito que tenía tres años, estaba en la cama y le cayeron los vidrios de la ventana encima, por suerte no le pasó nada. Nos juntamos con mis abuelos y mis familiares y nos fuimos en el rastrojero de mi abuelo. En el camino íbamos en el rastrojero como escapándonos al campo y se iba subiendo gente".
La desperación en Río Tercero, Córdoba, fue total: "Como nadie sabía lo que estaba pasando, en la primera explosión todos creyeron que pasaba algo en donde estaban. Mi mamá creyó que había explotado el tanque de mi casa, nosotros en el colegio que era un atentado ahí. Cuando salimos y vimos el 'hongo' que estaba para el lado de la fábrica, todos nos dimos cuenta que venía de ahí. El 3 de noviembre las explosiones duraron todo el día y toda la noche y después de eso, el 24 de noviembre, volvió a explotar toda la recolección de bombas. Estuve con tratamiento psicológico meses. Tenía terror de que volviera a pasar algo, terror. Pasaron 18 años y todavía se sigue buscando justicia".
Mirá el video con su testimonio.