Es el antigalán. Ese que nos cruzamos en la vida y nos hace reír. El querible y noble que siempre está ahí para ayudarnos y que lucha contra el príncipe azul que nos da poca bola.
"Me gusta el arrojo de Donofrio y cómo se manda a por Mey (Peterson). Pero no es un tonto, no es un manijero que la persigue. Le gusta mucho físicamente y le gusta su desparpajo y su bella estupidez. Se cruzan dos mundos arquetípicos. Tengo la sensación de que se van a ir enseñando cosas juntos".
, el personaje de Carla Peterson en Guapas. Y poco a poco parece que lo está logrando. A fuerza de barrio y tenacidad. De hecho, hace lo propio en Twitter, donde ya tiene un ejército de fans que comentan sus escenas y aman su papel en la tira éxito de El Trece.
Quien le pone alma y vida al corajudo sindicalista de mantenimiento de la aerolínea de la ficción de Pol-ka es Alberto Ajaka, y su nombre va ganando espacio en el medio artístico. Con 40 años -empezó a estudiar a actuación a los 28-, su debut en TV fue apenas cuatro años atrás en en Contra las cuerdas, junto a Rodrigo de la Serna. Luego participó en El Puntero, también hizo cine y, antes de eso, muuucho teatro. Conocelo más en esta charla mano a mano con Ciudad.com.
- ¿Cómo vivís este gran momento profesional?
- Estoy muy bien, con mucho trabajo. Venía de hacer una miniserie INCAA (Las tres esposas, de Wilson Fernández), con Mex Urtizberea y Manuel Callau que se está por estrenar, en diciembre salió lo de El gran deschave con Eleonora Wexler (actualmente en la Sala María Guerrero del Cervantes) y también lo de Guapas, en febrero. Lo vivo bien. Lo que noto estas últimas semanas es que el programa se instaló en la gente. En la calle me pasa que veo que algunos al mirarme se está codean o se me acerca cuando me reconocen. Se hizo muy notorio esta semana particularmente. Estoy muy contento con Guapas. En principio porque tengo trabajo y porque tengo unos compañeros muy buenos, como Carla Peterson, Vivian El Jaber, Rafa Ferro y Dan Breitman, que son los de mi línea. Son todos muy buenos actores y muy buena gente. Nos divertimos mucho.
- Ya habías pasado por Pol-ka en El Puntero y Lobo, ¿cómo fue que te llamaron para Guapas?
- Cuando me llega la propuesta del productor general, estuvo buenísima porque tengo un personaje muy claro, definido en su línea dramática. Rubén Donofrio tiene muy claro lo que busca. Eso se agradece a la hora de actuar. Los guiones están muy buenos, hay un laburo muy cuidado en cuanto a la palabra. Cada cual se diferencia de los otros por cómo habla, por la sintaxis. Los guiones son abundantes en cantidad de palabras. Aparece un tratamiento de la palabra. Incluso en la palabra no dicha, en los Whatsapp (sobreimpresos en la pantalla en los que se ven las conversaciones de chat de las protagonistas) de Mey, por ejemplo que hasta tiene errores hasta de ortografía. El elenco general es muy bueno también, todo está para que vaya bien.
- ¿Cómo vivís esta repentina exposición que te da el prime time de El Trece?
- ¡Tampoco es que me están golpeando la puerta de mi casa un grupo de adolescentes y no me dejan salir! (ríe). Es cierto, no lo voy a negar, hay otra exposición. Me cuentan mucho lo que ocurre en las redes sociales porque yo no uso. Es distinto para mí porque yo no había hecho ni un bolo cuando pisé Contra las cuerdas. Es decir, en un lapso muy corto trabajé bastante en tele. Y ahora al estar en Guapas, es diferente que participar en un capítulo de una ficción. Estoy en un elenco en el prime time de El Trece y se nota. De todos modos, de momento, no hay nada que me joda o moleste. Sigo con la vida como viene y soy un muchacho grande, además.
- ¿Cómo ves vos a Donofrio?
- Seguramente irá pegando volteretas el personaje. Por supuesto que me gusta el arrojo del tipo y cómo se manda a por ella. También me gusta que él se pueda reir de sí mismo. No es un tonto, no es un manijero que la persigue. Le gusta mucho ella como mujer físicamente y le gusta su desparpajo y su bella estupidez. Se cruzan dos mundos arquetípicos. Tengo la sensación de que se van a ir enseñando cosas juntos. Donofrio le está proponiendo otra mirada sobre las cosas: sobre el amor, sobre la importancia de la vida. Por su rol de sindicalista, está preocupado por lo colectivo. También por lo individual, por su deseo, es muy humano. No es ingenuo, va con todo lo que puede desplegar de encanto y poder, en la vida cotidiana en el aeropuerto. El sale a resolverle temas. Está usando ese poder para ayudar a ella y a sí mismo. No es un altruista que sólo piensa en el bien de Mey. También se plantea algo bien claro y carnal. Lo erótico no está excluido de la relación, no parece ser un tipo al que le falten las minas.
"Me puse a estudiar teatro a los 28, actué por primera vez a los 32. En un espacio breve de tiempo tuve la suerte de participar en tres obras importantes. Además, tengo una compañía teatral propia, Colectivo Escala, y le dedico mucho tiempo".
- También está planteada la atracción desde lo físico. Donofrio está como embelesado con esa rubia perfecta y ella también siente una gran atracción sexual por él...
- Además de que ella es rubia y linda y tiene clase, a mí me parece que se divierte mucho con ella. Comparten un código de humor que cualquiera que haya experimentado una situación de pareja, sabe que después del enamoramiento, el humor es casi el status de cualquier relación. Si nos podemos reir juntos es porque estamos simpatizando. Se caen bien. Se tienen ganas de ver y se tienen ganas.
- ¿Cómo es la antinomia con Francisco (Rafael Ferro), el principesco comandante?
- Está claro que se establece una zona de poder de Francisco en el aire y en la tierra. Por otro lado, ahí está la singularidad de mi personaje en términos de ir a por lo que quiere conseguir, sin fijarse quién tiene enfrente. Hay un enfrentamiento de lugares o posiciones en la pirámide social del mundo del aeropuerto y algo más amplio también. Todavía no está muy desarrollado y se verá quién es cada quién y qué tiene para ofrecer y qué tiene ella para quedarse, está encaminado. Francisco además del atractivo de su lugar de poder, el personaje hace sus movimientos para corresponderle al amor de Mey y también vive un drama puntual que es ir detrás de la mujer que le interesa o permanecer con la que debe permanecer y sus niños. El personaje de Rafa está tironeado. La ventaja de Donofrio es que es soltero y está siempre disponible. Me parece interesante el armado de la ménage à trois. Tiene mucho para perder Francisco, mucho a resignar, tal cual está planteado en la trama.
QUIÉN ES ALBERTO AJAKA: EL HOMBRE DETRÁS DEL PERSONAJE
Su nombre todavía no es moneda corriente en el mundo del espectáculo, pero su cara ya empieza a ser reconocible para quienes frecuentan el teatro y las ficciones de los últimos años. Con pausa y sin prisa, pensando cada palabra y analizando diversos aspectos de su profesión y su vida, el actor que la rompe a diario en Guapas, responde un poco más de su vida.
- ¿Qué recursos tuyos como hombre utilizás para interpretar a tu personaje en Guapas?
- Supongo que debe ser como en la vida. Somos gente adulta todos. En la vida si tiene cual rasgo, tal o cual color de ojos, con la edad nos importa poco. Yo nunca tuve problemas con las mujeres. Un poco jodemos con Carla que me cuenta lo de las redes sociales. Y yo le digo: no nací ayer... Uso lo que cada uno conoce cuando se involucra afectivamente con alguien y tiene ganas de estar con alguien.
- Muchos hombres te van a agradecer este personaje y muchas mujeres van a empezar a mirar distinto a "los Donofrio" con los que se cruzan en su vida…
- Si les sirve... ¡Ojalá! Después la vida es otra cosa, es más difícil todo. Me parece que uno coteja siempre, va cotejando en la realidad. Cualquier guerrero sabe de sus fuerzas. Donofrio sigue ahí pinchando porque la otra le hace un guiño, si no hubiera guiño, no habría vínculo. ¿A cuánto está dispuesto y cuánto conozco de esa lucha? Conozco mucho de esa lucha. ¿He tenido que pelearla en términos amorosos? Sí. Cuando el amor aparece, no aparece claro. A veces es confuso, pelear contra uno mismo. Eso está planteado en el personaje de Mey.
- ¿Has estado en diferentes situaciones o siempre fuiste "un Donofrio"?
- Creo que conozco los diferentes lugares de ese triángulo. Es un personaje que es tan humano que sus rasgos no me son desconocidos, la nobleza y el uso del poder. Lo que se ve es un recorte está alimentado de otras zonas que completan lo humano. Cuando uno quiere conseguir algo con una mujer que le interesa, apela a todo lo que puede, a todo el encanto posible. Uno sabe cómo dar ternura y resultar encantador para el otro y que le produzca ganas de verte y estar. Reírse de sí mismo y de ella.
- ¿Y actualmente cómo es tu vida personal?
- Estoy en pareja con María Villar, que también es actriz. Tengo dos hijos: Pedro, de 4 y Elena, de 4 meses. Estamos ahí enloquecidos, hay algo muy raro con esta niña tan pequeña. Me ve y es una rareza, no puede despegar los ojos. Por supuesto que amo a Pedro pero ella me dedica todas las miradas y la energía y los ruidos guturales cuando aparezco en escena. Ella está ahí y no sé cuánto va a durar esta relación así, espero que para siempre. Estoy ahí, contento.
"Cocino muy muy bien. Me gusta mucho comer. Hago sushi, carnes, risotto. Cocino realmente muy bien. Ahora me mudé y me hice un horno a leña, así que estoy con todo. Creo que la cocina es un fenómeno efímero como la actuación. La hacés y desaparece".
- Además de la TV, estudiaste filosofía, diseño, ciencias económicas, trabajaste en una imprenta, pero sos un actor de teatro nato y hasta tenés tu propia compañía. Contame algo más de tu historia.
- Me puse a estudiar teatro a los 28, actué por primera vez a los 32. En un espacio breve de tiempo tuve la suerte de participar en tres obras importantes De mal en peor, Criados (por su papel ganó un premio ACE) y Macbeth, en donde hice de Macbeth. Fueron tres experiencias muy intensas. En el medio he ido laburando en cine y cuando apareció la TV, también. Soy muy respetuoso de cada uno de los lenguajes. Trato de coparme en eso. Disfruto mucho de mi compañía teatral y le dedico mucho tiempo. Se llama Colectivo Escalada. Somos 15 personas y me gusta mucho pero demanda tiempo, ganas y energía. Hago teatro en cualquiera de sus formas. Actúo, dirijo y escribo.
- ¿Y en tu tiempo libre?
- ¡Cocino muy muy bien! Me gusta mucho comer. Hago sushi, carnes, risotto. Cocino realmente muy bien. Ahora me mudé y me hice un horno a leña, así que estoy con todo. Creo que la cocina es un fenómeno efímero como la actuación. La hacés y desaparece. Creo mucho en el gesto, que es ese instante real. Lo tenemos que recrear para que vuelva a sentir. Creo mucho en pasarme tres horas cocinando para que lo coman en 20 minutos. Eso tiene mucho la actuación. Deja un gesto grabado en el imaginario.
- ¿Cómo te ves de acá a fin de año?
- ¡Me veo millonario, rodeado de un harén! (ríe a carcajadas). Nah... Me veo igual, más o menos haciendo lo mismo, en el mismo lugar. Empecé de grande, así que por de pronto me preocupa tener laburo. Recién hace 4 años nada más salí a pelearla y vivir de esto. Sí es cierto que tengo que estar atento a lo que me pasó, las cosas cambian y no sé a dónde me va a llevar o a donde me voy a ir. Al castillo o a las caños. Así de exagerado soy.