Sin preludios ni dobleces, María Eugenia Ritó se animó a compartir uno de los momentos más difíciles de su vida.
Los televidentes quedaron impávidos ante la exhibición de tanta intimidad. Y quizás fue eso, lo que evitó en el día después los habituales ataques, mala leche, o satélites colgados del tema. La cruda verdad de esta mujer no escandalizó
Pocas veces alguien tiro tantos “títulos”, como lo hizo ella en el piso de Intrusos: "Fui un gato, una prostituta", "Mi marido me conoció como cliente", "Tuve sexo por dinero y por trabajo", "La prostitución es como la droga, nadie te obliga", "Tuve sexo con mujeres", "Me quise matar", y así un montón de confesiones que podrían completar una biografía muy picante. Sin embargo, todo esto fue parte de una de las entrevistas más conmovedoras de la tele.
Rito abrió su intimidad, como pocas lo habían hecho antes, y como muchas otras con historias similares (disfrazadas de grandes señoras), que jamás se atreverían a hacerlo. Y ahí radica lo interesante de esta mujer. Marcó un antes y un después.
Nada de lo que contó era inimaginable. Sí lo era la catarata de confesiones. Los televidentes quedaron impávidos ante la exhibición de tanta intimidad. Y quizás fue eso, lo que evitó en el día después los habituales ataques, mala leche, o satélites colgados del tema. La cruda verdad de esta mujer no escandalizó, sino que -por el contrario- generó empatía.
Durante la nota, María Eugenia se mostró varias veces preocupada por el afuera, por el medio, por el público y sobre todo por su ex. El medio la trató con inusual respeto, el público le brindó su cariño y apoyo, mientras que su marido optó por el silencio.
Su personalidad hiperbólica la condujo a distintos laberintos, de los que pudo salir con la ayuda de Jorge Rial. El conductor optó por permitirle contar y no fogoneó una entrevista escandalosa. La salvó de varios tropiezos y la rescató de lugares de no retorno. El pánico en la cara de la entrevistada apareció solamente en el momento en que se le preguntó por el detonante del divorcio.
"¿Es verdad que te zarpaste con la hija de tu ex?", preguntó Rial. Y rápida de reflejos, la protagonista del drama huyó inteligentemente pero advirtiendo (varias veces) que "por ahora no revelaría los motivos". En repetidas oportunidades, insinuó que su ex marido Marcelo Salinas debía hacerse cargo de “los límites” que había traspasado esta pareja, que finalmente terminaron desgastando la relación.
Como ella remarcó en más de una oportunidad, el abandono (de sus padres por su fallecimiento y de su marido por el divorcio) son las grandes heridas, que la llevaron hasta este lugar.
En esa confesión descarnada, y ante tanto promotor de los estupefacientes que circulan en la tele, la vedette realizó el aporte más interesante de temporada televisiva 2014.
Este divorcio millonario (con varias propiedades como departamentos lujosos en Buenos Aires y Punta del Este, un barco y autos de alta gama) seguramente tendrá varios capítulos más. En su speech, la rubia reconoció que volvió a consumir drogas (marihuana, cocaína, cristal y éxtasis), tras la depresión que atravesó en soledad: "Cuando él tuvo una trombosis yo no lo abandone y cuando estuve depresiva el no estuvo conmigo", destacó con rabia.
"Hoy voy a hablar de mí, pero en otro momento tendremos otra charla. Por respeto a él, no voy a contar el motivo del divorcio. No voy a contar el detonante, por ahora. La libertad se transformó en libertinaje. No nos separamos por una infidelidad. Excedimos algunos límites. Él tiene mucho más para perder que yo", advirtió con firmeza.
Pero más allá de las internas maritales, lo primordial fue el mensaje de María Eugenia Ritó sobre lo nocivo del consumo de drogas: “La cocaína es lo peor, te vuelve una persona oscura, te saca la vida. Me da asco”.
Y quizás, con esa confesión descarnada, y ante tanto promotor de los estupefacientes que circulan en la tele, la vedette realizó el aporte más interesante de temporada televisiva 2014.