"Yo soy pariente de este hombre que enterraron en un ataúd, de los que fabrican ustedes, y lo tuvieron que acomodar de una manera muy especial porque parecía que lo había hecho un aficionado, estaba como en falsa escuadra (...) Cuando lo dejaron en el nicho, se escuchaba como si se quejara, pero la gente decía 'no, no puede ser'. A lo mejor ustedes lo entregaron bien, y en la casa mortuoria lo estacionaron mal y resulta que el muerto no entraba...".
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Cuando Roberto Fasano, amigo y representante del querido Doctor Tangalanga (96), recibe el llamado de Ciudad.com y escucha la desagradable pero inevitable consulta, lanza una carcajada y responde: "¡Qué va a estar muerto! Me dijeron que en Twitter estaban diciendo eso. Nada que ver... ¡Está acá al lado mío tomando la merienda! Julio está bien, tiene los problemas de cualquier hombre de 96 años, pero bien. El sábado fuimos a pasear un rato con él y le mostramos los miles de mails que llegaron dándole fuerzas. ¡Hasta se comió unas papas fritas!".
Enseguida, Roberto recuerda el llamado que Tangalanga, tiempo atrás, le hizo a una casa de ataúdes, justo para el día de su cumpleaños, : "El se quejaba porque el cajón estaba en falsa escuadra, ja, ja... Siempre se tomó con humor esas cosas".
"Hace unas semanas estuvo internado por una infección en el pulmón y le sacaron un poco de líquido que tenía. Al principio comía sólo alimento procesado, pero ahora ya come algunas comidas sólidas, como las papas fritas. El sábado vamos a salir a comer empanadas con amigos. El que quiera sumarse, será bienvenido", dice Fasano.
Atrás suyo se escucha una voz que dice: "¡Estoy tomando la merienda, no me rompan las pel...!". Esa es la mejor prueba. Una puteada. Tangalanga vive.