“Estoy ocupando el espacio en quererme a mí misma. La realidad pasa por otros andariveles que por ahí no son los que más circulamos”.
Sandra Ballesteros supo ser una femme fatale del mundo del espectáculo, con su mirada provocadora y su extremada sensualidad a la hora de interpretar papeles jugados.
Pero tal como ella afirma, el mundo del “afuera”, del éxito y la exposición no se correspondían con lo que le pasaba por dentro. Desde hace varios años, la actriz da talleres de meditación artística y de canto, y durante a un viaje la India profundizó sus conocimientos sobre filosofía oriental.
En una entrevista con la actriz contó qué le pasaba años atrás y dio un detalle sobre su nuevo look con el pelo súper corto. “No quería teñirme más, no quería ponerme más tóxico en la cabeza y ocuparme del tono. Así que me lo corté ¡y por suerte quedó bien!”, confesó.
“LaLola para mí era un sufrimiento, mientras de afuera era un súper éxito […] El éxito radica en el equilibrio, poder tener tiempo para la familia, los amigos, para salir, para el sol… ¡Poder dormir tranquila y no tener problemas de la panza!”.
Luego contó su experiencia en televisión con LaLola. “Para mí era un sufrimiento mientras de afuera era un súper éxito […] El éxito radica en el equilibrio, poder tener tiempo para la familia, los amigos, para salir, para el sol… ¡Poder dormir tranquila y no tener problemas de la panza!” Todo eso junto es el éxito. O sea que lo que menos me importa es que afuera haya rating”, afirmó reflexiva.
Sobre su vida amorosa dijo que no le preocupaba mucho. “Estoy ocupando el espacio en quererme a mí misma. La realidad pasa por otros andariveles que por ahí no son los que más circulamos”, comentó.
En 2010, Ballesteros interpretó la obra La gran magia, y en una entrevista con la revista Las Rosas comentó su pensamiento. “Mi meta es no aferrarme al bla, bla, bla, la de la mente del pasado y seguir animándome a hacer lo que genuinamente quiero. Se trata de no dejarse adormecer por la comodidad que te mata”, afirmó. Y agregó sobre la obra que interpretaba: “Eduardo de Filipo, el autor, era un visionario, en los cuarenta nadie hablaba del tercer ojo, de la memoria atávica, y del maya que es la ilusión de esta vida según el punto de vista hindú”. Avizoraba un futuro que le esperaba.