La noticia fue como una puñalada al corazón y el diagnóstico, inapelable: cáncer. Pero lejos de huirle, Federico Ribero lo enfrentó con entereza y transformó el dolor y la angustia en una lucha valiente, siempre con una sonrisa.
"Vivo en paz, tranquilo y aprendiendo".
Refugiado en el amor de su familia (su mujer, Andrea Bursten, y sus hijos, Francesca y Stéfano) y los amigos que se cuentan por docenas, el empresario la peleó hasta el último minuto y si bien sus ojos se cerraron en la noche del lunes 17, nadie podrá decir que perdió la batalla contra la enfermedad. Porque su visión de la vida y su manera de enfrentar el doloroso momento fue un despertar para muchas personas que atravesaban una situación similar. Y en cada oportunidad, Federico proclamó la importancia de valorar lo realmente importante.
En una de sus últimas notas, Ribero compartió su particular perspectiva y su optimismo con las cámaras de Infama. “Vivo en paz, tranquilo y aprendiendo, uno se hace problema por tantas cosas que no valen la pena. Hay que vivir el momento y tratar de ayudar”, afirmó quien fuera el mejor amigo de Marcelo Tinelli.
"Priorizás la familia, los amigos y aprendés que hay que vivirlos de otra manera".
“Priorizás la familia, los amigos y que hay que vivirlos de otra manera. Darle la verdadera importancia. A veces pensamos que vamos a vivir toda la vida y la única verdad es que todos nos vamos de acá. Y lo que nos quede vivir, hay que hacerlo de la mejor manera”, dijo con la tranquilidad y sabiduría que lo caracterizaba.
Sobre el final de la nota, rescató el vínculo con sus seres queridos y recordó una emocionante anécdota con su hijo. "La relación con la familia es verdadera, genuina y al cien por ciento con ellos. A mi hijo le regalaron un rosario, él lo estaba esperando hace como un mes ese rosario. Y a los dos días de tenerlo puesto, cuando nos fuimos a acostar, me lo regaló y me dijo: 'Papá, vos lo vas a necesitar más que yo’. Fue tremendo'", concluyó Ribero.
A los 44 años, Federico dejó este mundo. Pero, lo más importante aún, dejó marcada a fuego una enseñanza en los corazones de todos los que lo amaron.