De regreso al primer amor, Ricardo Darín (56) vuelve a subirse al escenario junto a Valeria Bertuccelli y con la dirección de Norma Aleandro, con , en la versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Con el estreno pautado para el miércoles 5 de junio en el Maipo, Darín reaparece en la escena porteña a tres años de la despedida de Art, uno de sus grandes éxitos que abundan en su currículum.
"Ya ni me ofrecen proyectos para actuar en TV, a lo mejor creen que soy un divo. No tengo nada en contra de la TV. Al contrario, miro mucha televisión, contra mi propia voluntad... Lo que sí es cierto que no la extraño como para trabajar en ella".
Con su característica simpatía a flor de piel, Ricardo habló de todos los temas. Por ejemplo, de los comentados dientes de su amiga y ex pareja Susana Giménez: "Personalmente, los dientes de Susana no son tan impactantes. El problema es que en televisión, con tanto detalle de cámaras e iluminación, se destaca más. Per no te encandilan (risas)", le dijo a la prensa. Y también desdramatizó la polémica instalada por el temor de algunos artistas a opinar sobre cuestiones políticas: "No nos podemos quejar. Acá cada uno dice lo que quiere".
Ya en diálogo exclusivo con Ciudad.com, Darín, que lleva más de 25 años de matrimonio con Florencia Bas, reflexionó sobre la pieza creada por Igmar Bergman para cine y luego adaptada a teatro. Además, contó por qué después de haber terminado el rodaje de las películas y , no vuelve a la pantalla chica y lo que resta de 2013 planea dedicarse de lleno a Escenas de Vida Conyugal.
-Alfredo Alcón y Norma Aleandro protagonizaron la misma obra en 1992. ¿Qué sentís al estar dirigido por Norma, que además fue tu par en cine?
-Yo no vi esa versión, tampoco hablé con Alfredo al respecto. Norma tuvo la deferencia de no hacernos sentir eso. No sólo porque es la directora ahora, sino porque fue actriz en otra oportunidad. Norma tuvo la amabilidad de no hacernos sentir que ella sabía de qué se trataba esta obra y nosotros no. Lo que planteó fue un proceso de investigación conjunto: que juntos, Norma, Valeria y yo hiciéramos ese proceso de aproximación al texto, para poder tener la chance nosotros de descubrir cuáles son los resortes dentro de esta historia. Ella sabe que para un actor no hay nada mejor que descubrir el camino correcto por sí mismo. Y está dando sus frutos.
-La pieza original es de Bergman, un sueco que reconstruye los fríos vínculos habituales en su país. ¿Te cuesta ponerte en la piel de un personaje tan sincericida o hasta desalmado?
-No es desalmado. Es un hombre herido. Esgrime un sinceridicio, es brutal en la forma que dice y plantea las cosas porque cree que tiene razón y también derechos. Hay sí diferencias en cuanto a la idiosincrasia, metodología de comunicación y demás. Pero para nosotros es un aprendizaje porque en un punto corre a contramano de lo que es una moneda corriente, que es la hipocresía. El exagerado camino de los eufemismos. Yo todos los días aprendo algo de la pieza.
"¿Sabés lo que le pasó a Gabriel Schultz por preguntarle a Calu sobre el Chino y yo? (risas) Carla es un sol de persona. Como compañera de trabajo fue fantástica y como... persona, mujer cercana a nuestro entorno familiar, por decirlo de alguna forma prudente, también lo es. Yo no tengo más que alegría en mi corazón".
-Teniendo en cuenta que la historia transcurre durante más de 10 años, ¿la moraleja de la obra sería que con el amor solo no basta?
-Me parece que es al revés. Tiene interpretaciones varias, como cada uno puede llegar a concebir. Pero me parece que de lo que habla es que el amor no puede tener una sola forma. Y que en todo caso, hay ciertas estructuras, como el matrimonio, en donde si uno no está muy atento, la rutina puede terminar atentando contra la base del encuentro, que es el atractivo, químico espiritual y físico que ocurre entre dos personas cuando se enamoran. Creo que hace una especie de alegato solapado, no en contra del matrimonio, pero sí que uno tiene que encontrar el camino de la vinculación amorosa más allá de las estructuras. Cuando ocurre, cuando querés a alguien.
-¿Por qué no volvés a trabajar en la televisión? Pensando en Guillermo Francella y Juan Campanella, con la calidad y el éxito de El hombre de tu vida, por ejemplo...
-No lo sé. Ya ni me ofrecen proyectos, prácticamente no me ofrecen. Pasé por distintas etapas. Una en que me ofrecían cosas que no me interesaban, no eran atractivas. Otra en la que de pronto aparecía algo atractivo, pero no tenía espacio porque estaba enroscado en una película o haciendo teatro, o viajando... Ahora estoy en una etapa en donde creo que se han cansado de llamarme para hacer televisión y como saben que no, directamente dicen "no, ni lo llames". A lo mejor creen que soy un divo. Yo no tengo nada en contra de la televisión. Al contrario, miro mucha televisión, contra mi propia voluntad. Además trabajé mucho en tele. Lo que sí es cierto que no la extraño como para trabajar en ella.
"Cuando mi hijo nos hizo conocer que su intención era ser actor, reconozco que tuve un poco de escozor, porque a priori uno es un poco prejuicioso, o mucho en esos casos... Cuando lo vi tan sólido, parado, haciendo Los Kaplan, con un elenco de actores maravilloso, con una obra complicada, con un rol protagónico. Yo estaba muy asustado, pero cuando lo vi desde la platea dije, 'eligió bien'".
-Después de haber mantenido escenas románticas con Calu Rivero en Tesis sobre un Homicidio, ¿cómo tomás el noviazgo de tu hijo "Chino" con Carla?
-¿Sabés lo que le pasó a Gabriel Schultz por hacerle esa pregunta a Carla? (bromea y hace el ademán de dar un cachetazo). ¿Si me produce morbo? (risas) No. Calu es un sol de persona. Como compañera de trabajo fue fantástica y como... persona, mujer cercana a nuestro entorno familiar, por decirlo de alguna forma prudente, también lo es. Yo no tengo más que alegría en mi corazón.
-¿Creés que es una mochila muy pesada para tu hijo iniciar su carrera actoral arrastrando tu apellido?
-Tengo que dividir la respuesta en varias etapas. Cuando él nos hizo conocer que su intención era ésa, reconozco que tuve un poco de escozor, porque a priori uno es un poco prejuicioso, o mucho en esos casos. Sentí que le podía patear en contra. Nunca fui muy amigo de las recomendaciones, y a veces portar un apellido es como una recomendación encubierta, yo no quería que le patee en contra. Pero estoy tan convencido en este momento de que él ha podido y ha sabido manejar tan cautelosamente todas las distintas instancias que, lo que podía parecer en contra, lentamente lo va trasformando a favor. Pero por propia gravitación y trabajo personal.
-¿Cuáles fueron las claves?
-Se tomó el trabajo, inteligente para mí, de conocer desde abajo cada una de las instancias, ya sea estudiando, formando parte de grupos de trabajo en cine. Siendo, por ejemplo, el último pinche de una película donde fue, según me dijo uno de sus productores, una de las personas que más trabajó. Incluso más que yo, que estaba en casi todas las tomas de la película. O sea que está haciendo su propio camino y me parece fantástico que lo haga así, olvidándose de quién es el padre, la madre, el abuelo, tratando de encontrar su espacio. Creo que lo está haciendo muy bien. Y sentí una gran satisfacción el día que lo vi parado arriba de un escenario, porque mi gran sospecha era saber cómo sería sobre el escenario. Y cuando lo vi tan sólido, parado, haciendo Los Kaplan, con un elenco de actores profesionales maravilloso, con una obra complicada, con un rol protagónico. Yo estaba muy asustado... Pero cuando lo vi desde la platea dije, "eligió bien".