Dicen que nada muere si se lo sigue nombrando. Pero nombrar no es sólo el decir: nombrar también es recordar, imaginar, volver a una imagen. Con Jorge Guinzburg algo de eso sucede.
"En estas fechas me cuesta más recordar lo lindo. Se hace como algo corporal de tristeza", expresa Andrea Stivel, la mujer que compartió 22 años con Guinzburg.
Pensar en él sentado en su gran sillón de La Biblia y el Calefón; entrevistando a figuras en Mañanas Informales (cuando no paraba el programa repentinamente para hacer pogo con todos los compañeros); o luciendo su perfil más actoral y humorístico en Peor es nada -entre otros éxitos-, es actualizar una imagen que se repite: la de su cara pícara haciendo reír con su risa, con sus comentarios brillantes, con su irreverencia y sentido del humor.
El 12 de marzo de 2008, aquel humorista, periodista, guionista y conductor, falleció a los 59 años tras una larga afección pulmonar. A cinco años de ese día, Andrea Stivel, quien fuera su compañera durante 22 años y productora de varios de sus ciclos, habló en exclusiva con Ciudad.com, en una charla para recordarlo: para seguir nombrándolo a pesar de todo.
-¿Cómo vivís esta fecha?
-Son fechas en las que uno se acuerda de un momento feo. Porque durante el año uno tiene distintos recuerdos que tienen que ver con cosas que rememoran los momentos felices, o que de pronto tienen que ver con el placer, con lo disfrutado, con cosas muy buenas. Y en esta fecha, a mí en lo personal, me cuesta más recordar lo lindo. Uno recuerda más el momento doloroso.
"Recuerdo lo bien que la pasábamos, lo amada que me sentía, lo que lo amé. Bueno... lo sigo amando en un punto. Pero cambia todo".
-Es un modo de transitarlo, sin forzar a vivirlo de una manera determinada.
-Es que es hasta corporal... La sensación del recuerdo, la fecha, ese día... Es difícil de transmitir porque se hace como algo corporal de tristeza. Durante el año el recuerdo viene a partir de una situación o algo específico, pero acá uno se conecta más con el momento del fin... Entonces es más doloroso.
-¿Qué te quedó de él? ¿Qué atesorás?
-Lo que más recuerdo, lo que más tengo de bueno de él, tiene que ver con el gran amor que nos tuvimos, con la familia que armamos con dos hijos. Es como de una manera egoísta, corriéndome de lo que tiene que ver con el lado profesional. Recuerdo lo bien que la pasábamos, lo amada que me sentía, lo que lo amé. Bueno... lo sigo amando en un punto. Pero cambia todo.
-¿En el último tiempo él también se aferraba a esa familiaridad o estaba más conectado con otras cosas?
-Ese es un tema que a mí me gustaría como guardármelo. Hay cosas que me cuesta contar porque son muy privadas mías y me parece que tienen que seguir en ese plano.
-Los dos hijos que tuvieron juntos siguieron tus pasos y los de Jorge (Guinzburg además tuvo dos hijos de su primer matrimonio, Soledad -36 años, psicóloga- y Malena -34, actriz-). ¿Cómo vivís eso?
-Si, tanto Ian (23 años, actor y productor) como Sacha (24, productor teatral) están en el medio. Sacha, más del lado de la producción, pero también en la parte que tiene que ver con presupuestos, con lo administrativo. Mamó mucho de eso. La realidad es que también es difícil defender lo que uno quiere cuando lo tiene en claro, y trabajar en este medio e intentar desarrollarlo en una profesión. Pero están buscándose el camino, intentándolo. No es fácil.
"En estos años, nuestros dos hijos (Sacha, de 24 años, actor y productor; e Ian, de 23, productor teatral) vivieron una falta no sólo como papá, sino también como un guía. Hubiese sido bueno tener la figura masculina, familiar".
-¿Con Jorge en el medio creés que hubiera sido de otra forma?
-Creo que hubiera sido mucho más fácil con Jorge, y no sólo en eso, sino en otras cosas también. Imagino yo que ellos, en estos años, vivieron una falta no sólo como papá sino también como un guía. Hubiese sido bueno, como para cualquier chico, tener la guía de la figura masculina, familiar.
LA TELEVISION DESPUÉS DE GUINZBURG
-En algún momento se habló de un regreso de Mañanas informales. ¿Puede haber una vuelta más adelante?
-No, eso no. Estoy con otros proyectos. Pero eso no.
-Cuando hicieron La Biblia y el Calefón con la conducción de Sebastián Wainraich, unas de las críticas fue que era un programa que tenía la impronta o la identidad de Jorge. ¿Qué te pasó con eso?
-Yo creo que las cosas, en realidad, dependen de la mirada con las que uno las enfrente. Yo lo tomé como honrando un formato, y por otro lado tratando de sumar y no caer en una cosa comparativa. Cuando lo encaramos, lo hicimos con el mayor de los respetos. Y tratando de sumar algo nuevo a esto que estaba. No diciendo a ver quién es mejor ni nada parecido.
-En todo caso había una resignificación de ese producto.
-Totalmente. Con esa intención fui convocada por el canal, con esa intención acepté lo que me estaban planteando. Convocamos a Sebastián y seguimos adelante con el ciclo. Fue el espíritu que nos movió, que nos llevó a hacerlo.